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BÚSqueda

Los Verdes

13 janvier 2020 1 13 /01 /janvier /2020 17:03
PROPUESTAS POLÍTICAS PARA TOMAR EN SERIO LA EMERGENCIA CLIMÁTICA
1. No a las subvenciones y ayudas públicas al colapso.
Dejemos de subvencionar al colapso climático en subvenciones a los combustibles fósiles, nuevas carreteras, puertos, aeropuertos y la agricultura y ganadería intensivas (de la Política Agraria Común).
Cada año la economía fosil recibe más 55 mil millones, directa o indirectamente, de subsidios directos o indirectos de UE y sus estados miembros. Todos los estados miembros de la UE subvencionan al carbón, gas o petróleo. Se gasta mucho mas dinero en acelerar la castastrofe que frenarla.
2. La UE y sus estados miembros como España deben dejar de invertir en el gas.  Actualmente la Comisión Europea financia terminales e regasificadoras en puertos europeos para el gas del fracking de EE.UU. El Banco Europeo de Inversiones tiene 150 proyectos de combustibles fósiles en marcha y dejará de financiar nuevos proyectos a finales de 2021 con algunas excepciones. Por ejemplo, la Generalitat Valenciana quiere aumentar la producción de electricidad en los ciclo combinados de Sagunto.
3. Ante la emergencia climática la UE y otras instituciones públicas deben dejar de financiar carreteras, puertos y aeropuertos. Cada euro público debe tener garantias de sostenibildad cara al futuro.
4. Hay que poner un precio justo al CO2 y cobrar en las fronteras las emisiones importadas (acumuladas en los productos de consumo y materiales) para evitar la “fuga de CO2”. Esto podría generar para las arcas de las UE más del 30 mil millones al año para una transición ecológica justa y ayudar a los países más pobres hacer “el salto de la rana ecológico”.
5. Hay que aumentar radicalmente la fiscalidad sobre los sectores que más contaminan que actualmente pagan muy pocos impuestos como la aviación, los buques de contenedores, los cruceros, los grandes productores de energía, a la comida basura, a los Amazon, el Google, los uber, el Abnb, los fabricantes de residuos peligrosos (como el plástico – coca-cola – y agrotoxicos, medicamentos..) y las empresas de internet, telefonía .. La recaudación debe ser finalista para fines ambientales y socialmente justos.
4. Justicia ambiental y fiscal. Tranferir la carga fiscal de la mano de obra a los contaminadores y destinar los ingresos a mejorar el transporte público, facilitar la energía comunitaria y la alimentación próxima y ecológica. Hay que cerrar los paraisos fiscales para aumentar la financiación de los servicios públicos y los sectores sostenibles.
5. La recaudación de impuestos sobre el CO2 han de ser finalistas para apoyar a las personas afectadas negativamente por la transición ecológica y para apoyar las regiones más vulnerables.
6.  Prohibir la fabricación de motores de combustión a partir del 2030. Acabar con la exención de impuestos sobre el keroseno de la aviación comercial e introducir un IVA de 18% en todos los vuelos.  Prohibir los vuelos domésticos cuando existe un servicio de tren. Poner un tope en el número de vuelos al año por cada habitante.  Poner un numerus clausus en el número de turistas y actividad en cada aeropuerto y puerto en zonas turísticas. Trasladar las mercancías de los camiones al ferrocarril mediante la presión fiscal, las inversiones públicas y los peajes.  Obligar un reparto urbano y a domicilio de mercancias  compartido por medios sostenibles a Amazon y otras empresas.
7. Crear un area de Cero Emisiones en Unión Europea para buques y cruceros. Pasar del máximo O.5 %Sulfurico actual a 0.1% para buques de contenedores y cruceros.
8. Promover una revolución de energía renovable comunitaria decentralizada para que la ciudadanía pueda producir, almacenar, compartir y vender energia con facilidad legal y burócrata. Invertir los fondos públicos en microredes en lugar de grandes lineas de alta tensión y gasoductos. Cambiar las actuales inversiones de la UE en grandes proyectos, lineas de alta tensión y gasoductos hacia el control comunitario de energía mediante micro-redes y la obligación de que al menos 50% de la propiedad de las empresas de energía renovable sea de propiedad de los usuarios. Aumentar las ayudas a cooperativas energéticas. Cambiar las normas de competencia de la UE para permitir más propiedad municipal de la energía. Aumentar la eficiencia energética en 3% cada año.
8. Ayudar a la agricultura, no a la agro-industria intensiva. Prohibir las pesticidas más peligrosas (como las que se utilizan en las naranjas valencianas) y reducir su uso en genral en más del 50% antes del 2030. Reducir radicalmente la cantidad de ganado y producción de carne. Prohibir a las macro-granjas. No importar la UE soja y aceite de palma que destruye los bosques tropicales.
9. Impulsar unas nuevas leyes de biodiversidad s estrictas y aumentaro los espacios protegidos (Natura 2000) para cubrir el 50% del territorio de la UE.
10. Aprobar legislación en contra de la obsolescencia programada con leyes para garantizar la durabilidad, re-utilización y el derecho a la reparación de productos. Legislar la responsabildad civil de todo el ciclo de vida de un producto por los fabricantes. Legislar la prohibición de productos que duran menos de 2 años y adoptar la obligación legal de los mejores diseños ecológicos.  Eliminar el IVA sobre la reparación de productos de todo tipo.
11. Hacer que los acuerdos de comercio cumplan con los objetivos climáticos y las leyes ambientales de la UE. Rechazar el acuerdo comercial UE-Mercosur.  La UE debe dejar de importar cualquier producto que empeore la crisis climática y ecológica. Los programas de cooperación, desarrollo y política exterior tienen que tener fuertes condiciones ambientales obligatorios. Prohibir la exportación de residuos fuera de la UE y prohibir el desguace de barcos y otros aparatos peligrosos fuera de la UE.
12. La UE debe luchar por unas reglas ambientales globales con el establecimiento de una Organización Mundial del Medio Ambiente con normas vinculantes y sanciones por encima de la Organización Mundial del Comercio.
13. Hay que cambiar y flexibilizar la normas de la UE de la propiedad intelectual y del copyright para poder compartir con los países más pobres las tecnologias y el conocimiento utiles para ayudar enfrentarse al colapso ecológico/climático.
14. Una iniciativa de la UE y sus estados miembros para trasladar la presión fiscal del trabajo a la contaminación para fomentar el empleo mano de obra intensiva en lugar del empleo capital intensivo
15. Establecer unos impuestos de CO2 en las fronteras de la UE (Border Carbon Adjustment) para desanimar la importación de productos y materiales con un importantes impactos ambientales que no cumplen con la legislación de la UE o que no cumple con una fiscalidad de C02 com el impuesto de C02 propuesto. Ayudaría a evitar la fuga de CO2.
16. En lugar del actual sistema de comercio internacional de emisiones de CO2 hace falta  un sistema de “Límite y Dividendo” (Cap and Dividend) sobre las extracciones de combustibles y materiales. Esto significa poner unos topes a los volumenes de extracciones, encarecer los proyectos de extracción y restaurar social y ambientalmente a las zonas afectadas por el extraccionismo dañino en el pasado con los fondos recaudados. Significa compensar a las comunidades locales afectadas por extracciones europeas pasadas, o la "deuda ecológica".
17.. No utilzar las normas de "la austeridad fiscal" de la UE contra programas ecológicos. Flexibilizar el pacto de la EU de estabilidad presupuestaria para permitir la deuda estatal por encima del 3% del PIB si es un gasto de claro destino interés público ecológico.
18. Una iniciativa de la UE para reducir las horas laborales semanales y repartir el trabajo asalariado para reducir el consumo material. Menos horas de trabajo significan menos emisiones.
19. Re-orientar, re-localizar y descentralizar a todas las inversiones de la UE hacia al creación de bienes públicos ambientales como las renovables comunitarias, las pequeñas empresas ecológicas y las iniciativas públicas municipales sobre transporte, alimentación y vivienda.
20. Crear un marco legislativo y financiero de la UE para crear nuevos empleos intensivos en mano de obra enfocadas a los cuidados en lugar de inversiones solo intensivas en capital y tecnologia que suelen tener más huella ecológica. Ejemplos: la agroecologia, la artesania, la reparación, reutilización y mantenimiento de aparatos y objetos y los empleos de cuidado social, sanitario y educativos.
21. Endurecer el muy flojo cumplimiento de la legislación ambiental europea de protección de la zonas Natura 2000, la calidad del aire (integrando las normas de la OMS) y la Directiva Marco del Agua.
22. Crear una tarjeta de crédito de CO2 para toda la ciudadanía europea que contabiliza el coste energético y material acumulado en cada compra.  Eventualmente se podría crear un límite de generación de C02 de cada persona europea o simplemente serviría como un indicador pedagógico de la huella ambiental del consumo.

 

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13 décembre 2019 5 13 /12 /décembre /2019 18:06

Las “emisiones netas cero” o “la neutralidad climática”

 

"Cero emisiones netas" o "neutralidad climática" son los nuevos términos zombies de la COP25 y las grandes empresas.

 

 


Es una trampa para confundirnos: no se trata de bajar emisiones, mucho menos de “cero emisiones”, al contrario, al agregarle la palabra “netas”, quieren ocultar que pese a la gravísima situación de calentamiento global, las empresas seguirán aumentando la emisión de gases con sus actividades contaminantes, pero presentarán una contabilidad –no una realidad- que muestre que esas emisiones serán supuestamente absorbidas o “compensadas” en otra parte y el resultado dará, por magia contable cero, por lo que no hay de qué preocuparse. Es el llamado “comercio de emisiones” o “mercado de CO2”. El comercio de emisiones no solo ha fracasado en reducir sustancialmente las emisiones sino ha sido origen de muchas corruptelas, engaños y grandes beneficios para algunas multinacionales.

La alternativa sería tener límites en términos absolutos de volúmenes de la extracción de materiales con penalizaciones para los infractores y compensaciones para las poblaciones locales afectadas. 1


 

¿Un Plan Verde que aumenta las emisiones?


 

Para la “transición energética” hay que aumentar el consumo de energías y materiales durante 20 o 30 años cuando urge reducir el consumo drásticamente.

 

¿Puede haber una rápida transición a una sociedad de cero emisiones? 2

 

Nick Humphrey, climatógo y geocientíffico.

No creo que sea posible hacer la transición a una civilización con cero emisiones de carbono dentro de una década. La idea en sí es simplemente absurda porque requeriría básicamente regresar a una sociedad preindustrial sin ninguno de los beneficios derivados de la construcción de la sociedad proporcionada por los combustibles fósiles. Hay algunos economistas y ecologistas que creen que puede tener un "crecimiento verde", pero ese crecimiento conduce a una mayor destrucción del medio ambiente a medida que la población y las demandas de energía continúan creciendo de manera exponencial. Para ir a una civilización de carbono neta cero, primero debe, irónicamente, aumentar el uso de carbono.Más construcción de paneles solares en todo el mundo, más construcción de parques eólicos, más construcción de automóviles eléctricos, más hormigón, más manufactura de metales, más minería altamente contaminante, no solo de la tierra, pero se necesitarán metales terrestres más raros de los mares, dañando los ecosistemas y contaminando los océanos. Mientras tanto, nada de esto detiene el cambio climático porque, como mencionas, ya hay mucho daño en la tubería.

 

Con 500 partes por millón de concentración equivalente de dióxido de carbono, actualmente hay suficientes gases de efecto invernadero en la atmósfera para finalmente calentar el planeta 4-5 grados C / 7-9 F por encima de las temperaturas de 1700, elevar el nivel del mar en 220 pies/67 metros (suponiendo 1 ppm de CO2 equivalente = 1 pie de aumento del nivel del mar, basado en la respuesta de cambio del paleoclima pasado a largo plazo), elimina cantidades significativas de humedad del suelo, lo que lleva a la destrucción de la agricultura. Y esto es sin ningúna otra emisión de carbono u otras retroalimentaciones. Construir más en un intento por mantener una sociedad civilizada con un alto consumo de energía empeora todo esto.”


 


 

El Modelo Dinamarca y el efecto "rebote"

 

El mejor ejemplo europeo de “crecimiento verde” de una sociedad “limpia”, eficiente y de “cero emisiones” es Dinamarca. Es verdad que Dinamarca necesita menos producción y menos emisiones de CO2 para mantener el mismo crecimiento del PIB. Sin embargo, aparece un efecto “rebote” (rebound) que aumenta la demanda final de los consumidores daneses de productos y materiales de cualquier punto del planetq que erosiona parcialmente las ganancias en eficiencia y acaban aumentando las necesidades de energía final en al menos 10% para el 2030.

PROPUESTAS POLÍTICAS VERDES PARA LA UNIÓN EUROPEA
1. No a subvenciones y ayudas al colapso.
Dejemos de subvencionar al colapso climático en subvenciones a los combustibles fósiles, nuevas carreteras, puertos, aeropuertos y la agricultura y ganadería intensivas (de la Política Agraria Común).
Cada año la economía fosil recibe más 55 mil millones, directa o indirectamente, de subsidios directos o indirectos de UE y sus estados miembros. Todos los estados miembros de la UE subvencionan al carbón, gas o petróleo. Se gasta mucho mas dinero en acelerar la castastrofe que frenarla.
2. La UE debe dejar de invertir in Gas y Fracking. Actualmente la Comisión Europea financia terminales e regasificadoras en puertos europeos para el gas del fracking de EE.UU. El Banco Europeo de Inversiones tiene 150 proyectos de combustibles fósiles en marcha y dejará de financiar nuevos proyectos a finales de 2021 con algunas excepciones. Por ejempblo, la Generalitat Valenciana quiere aumentar la producción de electricidad en los ciclo combinados de Sagunto.
3. Ante la emergencia climática la UE y otras instituciones públicas deben dejar de financiar carreteras, puertos y aeropuertos. Cada euro público debe tener garantias de sostenibildad cara al futuro.
4. Hay que poner un precio justo al CO2 y cobrar en las fronteras las emisiones importadas (acumuladas en los productos de consumo y materiales) para evitar la “fuga de CO2”. Esto podría generar para las arcas de las UE más del 30 mil millones al año para una transición ecológica justa y ayudar a los países más pobres hacer “el salto de la rana ecológico”.
5. Hay que aumentar radicalmente la fiscalidad sobre los sectores que más contaminan que actualmente pagan muy pocos impuestos como la aviación, los buques de contenedores, los cruceros, los grandes productores de energía, a la comida basura, a los Amazon, el Google, los uber, el Abnb, los fabricantes de residuos peligrosos (como el plástico – coca-cola – y agrotoxicos, medicamentos..) y las empresas de internet, telefonía .. La recaudación debe ser finalista para fines ambientales y socialmente justos.
4. Justicia ambiental y fiscal. Tranferir la carga fiscal de la mano de obra a los contaminadores y destinar los ingresos a mejorar el transporte público, facilitar la energía comunitaria y la alimentación próxima y ecológica. Hay que cerrar los paraisos fiscales para aumentar la financiación de los servicios públicos y los sectores sostenibles.
5. La recaudación de impuestos sobre el CO2 han de ser finalistas para apoyar a las personas afectadas negativamente por la transición ecológica y para apoyar las regiones más vulnerables.
6.  Prohibir la fabricación de motores de combustión a partir del 2030. Acabar con la exención de impuestos sobre el keroseno de la aviación comercial e introducir un IVA de 18% en todos los vuelos.  Prohibir los vuelos domésticos cuando existe un servicio de tren. Poner un tope en el número de vuelos al año por cada habitante.  Poner un numerus clausus en el número de turistas y actividad en cada aeropuerto y puerto en zonas turísticas. Trasladar las mercancías de los camiones al ferrocarril mediante la presión fiscal, las inversiones públicas y los peajes.  Obligar un reparto urbano y a domicilio de mercancias  compartido por medios sostenibles a Amazon y otras empresas.
7. Crear un area de Cero Emisiones en Unión Europea para buques y cruceros. Pasar del máximo O.5 %Sulfurico actual a 0.1% para buques de contenedores y cruceros.
8. Promover una revolución de energía renovable comunitaria decentralizada para que la ciudadanía pueda producir, almacenar, compartir y vender energia con facilidad legal y burócrata. Invertir los fondos públicos en microredes en lugar de grandes lineas de alta tensión y gasoductos. Cambiar las actuales inversiones de la UE en grandes proyectos, lineas de alta tensión y gasoductos hacia el control comunitario de energía mediante micro-redes y la obligación de que al menos 50% de la propiedad de las empresas de energía renovable sea de propiedad de los usuarios. Aumentar las ayudas a cooperativas energéticas. Cambiar las normas de competencia de la UE para permitir más propiedad municipal de la energía. Aumentar la eficiencia energética en 3% cada año.
8. Ayudar a la agricultura, no a la agro-industria intensiva. Prohibir las pesticidas más peligrosas (como las que se utilizan en las naranjas valencianas) y reducir su uso en genral en más del 50% antes del 2030. Reducir radicalmente la cantidad de ganado y producción de carne. Prohibir a las macro-granjas. No importar la UE soja y aceite de palma que destruye los bosques tropicales.
9. Impulsar unas nuevas leyes de biodiversidad s estrictas y aumentaro los espacios protegidos (Natura 2000) para cubrir el 50% del territorio de la UE.
10. Aprobar legislación en contra de la obsolescencia programada con leyes para garantizar la durabilidad, re-utilización y el derecho a la reparación de productos. Legislar la responsabildad civil de todo el ciclo de vida de un producto por los fabricantes. Legislar la prohibición de productos que duran menos de 2 años y adoptar la obligación legal de los mejores diseños ecológicos.  Eliminar el IVA sobre la reparación de productos de todo tipo.
11. Hacer que los acuerdos de comercio cumplan con los objetivos climáticos y las leyes ambientales de la UE. Rechazar el acuerdo comercial UE-Mercosur.  La UE debe dejar de importar cualquier producto que empeore la crisis climática y ecológica. Los programas de cooperación, desarrollo y política exterior tienen que tener fuertes condiciones ambientales obligatorios. Prohibir la exportación de residuos fuera de la UE y prohibir el desguace de barcos y otros aparatos peligrosos fuera de la UE.
12. La UE debe luchar por unas reglas ambientales globales con el establecimiento de una Organización Mundial del Medio Ambiente con normas vinculantes y sanciones por encima de la Organización Mundial del Comercio.
13. Hay que cambiar y flexibilizar la normas de la UE de la propiedad intelectual y del copyright para poder compartir con los países más pobres las tecnologias y el conocimiento utiles para ayudar enfrentarse al colapso ecológico/climático.
14. Una iniciativa de la UE y sus estados miembros para trasladar la presión fiscal del trabajo a la contaminación para fomentar el empleo mano de obra intensiva en lugar del empleo capital intensivo
15. Establecer unos impuestos de CO2 en las fronteras de la UE (Border Carbon Adjustment) para desanimar la importación de productos y materiales con un importantes impactos ambientales que no cumplen con la legislación de la UE o que no cumple con una fiscalidad de C02 com el impuesto de C02 propuesto. Ayudaría a evitar la fuga de CO2.
16. En lugar del actual sistema de comercio internacional de emisiones de CO2 hace falta  un sistema de “Límite y Dividendo” (Cap and Dividend) sobre las extracciones de combustibles y materiales. Esto significa poner unos topes a los volumenes de extracciones, encarecer los proyectos de extracción y restaurar social y ambientalmente a las zonas afectadas por el extraccionismo dañino en el pasado con los fondos recaudados. Significa compensar a las comunidades locales afectadas por extracciones europeas pasadas, o la "deuda ecológica".
17.. No utilzar las normas de "la austeridad fiscal" de la UE contra programas ecológicos. Flexibilizar el pacto de la EU de estabilidad presupuestaria para permitir la deuda estatal por encima del 3% del PIB si es un gasto de claro destino interés público ecológico.
18. Una iniciativa de la UE para reducir las horas laborales semanales y repartir el trabajo asalariado para reducir el consumo material. Menos horas de trabajo significan menos emisiones.
19. Re-orientar, re-localizar y descentralizar a todas las inversiones de la UE hacia al creación de bienes públicos ambientales como las renovables comunitarias, las pequeñas empresas ecológicas y las iniciativas públicas municipales sobre transporte, alimentación y vivienda.
20. Crear un marco legislativo y financiero de la UE para crear nuevos empleos intensivos en mano de obra enfocadas a los cuidados en lugar de inversiones solo intensivas en capital y tecnologia que suelen tener más huella ecológica. Ejemplos: la agroecologia, la artesania, la reparación, reutilización y mantenimiento de aparatos y objetos y los empleos de cuidado social, sanitario y educativos.
21. Endurecer el muy flojo cumplimiento de la legislación ambiental europea de protección de la zonas Natura 2000, la calidad del aire (integrando las normas de la OMS) y la Directiva Marco del Agua.
22. Crear una tarjeta de crédito de CO2 para toda la ciudadanía europea que contabiliza el coste energético y material acumulado en cada compra.  Eventualmente se podría crear un límite de generación de C02 de cada persona europea o simplemente serviría como un indicador pedagógico de la huella ambiental del consumo.

 

 

 

Teniendo en cuenta que los niveles de consumo

occidentales son insostenibles y no llegan a todo el mundo,

es necesario sustituir el concepto de riqueza material, el que

vamos a ser más felices por tener más cosas, por tener más

tiempo libre. Crear un concepto de riqueza comunitario y vi-

vencia!: no puedes comprar tantas cosas, pero tienes mucho

más tiempo libre, porque se reduce la jornada de trabajo, por-

que puedes estar más tiempo con los tuyos. con tu familia,

disfrutar del deporte, de la música, del arte, de actividades

que son más sostenibles ecológicamente". Hector Tejero en “Qué hacer en un caso de incendio”.

 

 

 

1https://www.alainet.org/es/articulo/170440?fbclid=IwAR1PzNUxjkdyUUecNmyzBusYtv4Ry3tXXMLvwK1wEzsW95VENYtsouF9Yy4

2https://telegra.ph/Sobre-el-futuro-de-la-humanidad-entrevista-con-Nick-Humphrey-climatologo-y-geocientifico-04-01

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13 décembre 2019 5 13 /12 /décembre /2019 10:42
LOS GRANDES MITOS DE LA LUCHA CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO Y ALGUNAS PROPUESTAS VERDES (1)

Apuntes para una charla en la Universitat de València el 13/12/2019

 

LOS GRANDES MITOS DE LA LUCHA CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO Y ALGUNAS PROPUESTAS VERDES (1)

 

La política que nos hace falta hoy no existe a pesar de todas la palabras bonitas de los líderes mundiales.”

Greta Thunberg, ayer en la COP25

 

DONT WORRY, BE HAPPY!

 

Según cuentan muchas personas solo nos hace falta deshacernos de políticos como Trump, Bolsanaro y otros negacionistas como Vox, para poder apoyar masivamente a las industrias emergentes de energía solar, vehículos eléctricos, alimentos ecológicos y ropa sostenible, alguna hamburguesa vegetal...etc. Estaríamos en el mejor de los mundos posibles de una situación Win-Win: podríamos reverdecer gradualmente a nuestras sociedades, hacer la “transición energética” a las renovables y, a la vez, seguir consumiendo, yendo de compras “sostenibles” en Black Friday, el fin de semana en Londres y un crucero en el verano. Esto es el “crecimiento verde” defendido por la UE, la ONU y todas las élites globales.

 

The European Green Deal(Trato Europeo Verde)” de la UE se basa en el crecimiento , el mantenimiento del consumo y la globalización comercial. También tiene elementos positivos que podrían desarrollarse de forma consecuente o no con la preservación de ecosistemas pero en su conjunto el Plan prioriza intereses económicos expansivos, consumistas y extractivos poco compatibles con reducir la huella ecológica sobre el planeta. 1

 

Según la ONG ambiental Friends of the Earth – Europe La presidenta de la Comisión Europea Von Der Leyen todavía se aferra a la vieja economía obsesionada con el consumo y el crecimiento. Su Comisión seguirá promoviendo el gas fósil que mata el clima, el fallido comercio de emisiones, el consumo excesivo y potencialmente permitirá nuevos cosechas transgénicas en nuestros alimentos; esto no es una transformación.”
2

 

Según la misma Agencia Ambiental Europea “la UE no conseguirá la sostenibilidad si sigue promocionando el crecimiento económico y intenta gestionar los impactos ambientales y sociales después.” Según esta institución europea oficial “no se trata de solo tecnologías y procesos de producción sino las pautas del consumo y las formas de vivir.”

 

 

València: ¿referente verde?

 

 

València es una ejemplo emblemático del abismo entre la retórica ambiental y los hechos donde se prioriza el crecimiento. 3 La moralidad política se debe medir en la brecha entre lo que uno dice y lo que uno hace.

 

En Valencia la mayoría de los políticos piensan que podemos luchar contra la crisis climática y ecológica y al mismo tiempo ampliar autovías, asfaltar la huerta, dejar que se muera la Albufera, construir un macro-puerto para doblar el número de cruceros, buques y camiones, levantar nuevas urbanizaciones especulativas con docenas de miles de viviendas nuevas en Benimaclet, el Grau, Malilla y el Parc Central, aumentar el turismo masivo con nuevos hoteles por doquier y instalar un enorme centro comercial en un espacio natural. Precisamente, la primera linea de la lucha climática aquí es tratar de frenar el mal-desarrollo valenciano que constituye un ejemplo de criminalidad climática e hipocresía política. En general, ante la emergencia climática es incluso más urgente parar las cosas malas que hacer las cosas buenas. La propuesta Estrategia Valenciana del Cambio Climático y Energía también refleja las pocas ganas políticas actuales de reducir sustancialmente las actividades destructivas y una muy modesta ambición climática en general. 4

 

 

El “crecimiento verde” no existe y es una contradicción en términos.

 

Según la comunidad científica tenemos que eliminar la gran mayoría de nuestras emisiones contaminantes y parar la pérdida de la biodiversidad en los próximos 20 años, reduciendo las emisiones de CO2 más del 70% antes del 2030(y crecieron más que nunca el año pasado), o enfrentarnos a un futuro dantesco lleno de sufrimiento humano. La cruda realidad es que tenemos que elegir entre ser verdes o apoyar el crecimiento económico ilimitado; no podemos tener los dos. O consumimos mucho menos o aumentamos la envergadura de la catástrofe. Los líderes políticos y las élites empresariales han elegido la segunda opción.

 

 

Lo que discutieron los lideres de los países en la COP25 estos días en Madrid muy poco tiene que ver con soluciones reales a la emergencia climática: oportunidades de negocios “sostenibles”, el comercio internacionales de emisiones para “compensar” la contaminación, un “fondo verde” para financiar tecnologías verdes, objetivos voluntarios de reducción de emisiones, … Hay un abismo entre la magnitud del problema y las patéticas y contradictorias soluciones que proponen la UE, la ONU y los grandes países que se niegan considerar cualquier solución que pone coto a la extracción de recursos, el crecimiento y el consumo.

 

 

El año pasado el PIB per capita creció el 2% mientras la cantidad de CO2 para producir 1 dollar más de PIB se redujo el 0.4%. En otras palabras el crecimiento es más eficiente por cada dolar pero las emisiones globales crecieron 0.6% globalmente. Como veremos mas eficiencia no reduce las emisiones. Cada 1% de crecimiento global significa casi O.4% más de CO2 según la FMI y la ONU. El año pasado aumentaron el 0.6% las emisiones de C02 cuando según la comunidad científica deberían estar bajando más del 7% cada año. No es casualidad que solo se redujeron las emisiones globales de CO2 en el 2008 por la crisis financiera mundial.

 

 

¿Por qué no han bajado las emisiones si llevamos 50 años aumentando la eficiencia tecnológica? ¿Por qué en los últimos 40 años solo bajaron las emisiones de CO2 globalmente en la crisis financiera y recesión económica del 2008?

 

 

Mejor el fin del mundo que el fin del crecimiento

 

Las propuestas de la mayoría política de la Unión Europea suelen descansar sobre la idea de que la tecnología y el “crecimiento verde” pueden resolver la crisis climática. Es una idea falsa y, incluso, peligrosa. Su pensamiento dominante subyacente es que los limites de los sistemas físicos del planeta son flexibles y se pueden forzar más mientras las estructuras expansivas de nuestras economías de mercado son sagradas y no se pueden tocar. Es el mundo al revés. Son las leyes de la física que son rigidamente infranqueables y es la política que es muy flexible y moldeable para las necesidades humanas. Refleja mucho más como determinan las soluciones “posibles y realistas” unas instituciones políticas dominadas por grandes poderes económicos y el consumismo que cualquier consideración de la realidad biofísica de la crisis climática y ecológica.

 

 

Hace 50 años Dennis y Donella Meadows predijeron el actual colapso con bastante precisión. Sus graves advertencias sobre “los límites al crecimiento” fueron ignoradas e incluso ridiculizadas.

 

 

El “realismo” político no es nada realista para la salud del planeta

 

 

Lo que hoy es “realista” políticamente es suicida para la salud del planeta y sus habitantes. Son ideas que descansan sobre un fraude. Existe un fraude estadístico que esconde gran parte de las emisiones, un tecno-optimismo desbocado que cree en soluciones milagrosas aún no inventadas y una ignorancia deliberada de la física y las matemáticas. Estamos ante una colosal irresponsabilidad institucionalizada que niega asumir los límites de un planeta finito.

 

Actualmente la Unión Europea y las instituciones globales como la ONU, la FMI y la OMC están promocionando el “crecimiento verde” como la único camino frente a la crisis climática. ¿Se lo creen de verdad o simplemente piensan que no es políticamente viable pensar en alternativas? Parece que para ellos es más fácil imaginar el fin el mundo que el fin del crecimiento material global que es imprescindible para nuestro modelo económico vigente.

 

Lo llaman “crecimiento sostenible” con la falsa asunción de que se puede desasociar (o desacoplar) la presiones ambientales del crecimiento del Producto Interior Bruto. El “European Green Deal” presentado la semana pasada y los objetivos del desarrollo sostenible del ONU plantean la meta para todos los países “el crecimiento sostenido, sostenible e inclusivo ...eficiente en uso de recursos y competitivo” al mismo tiempo. Pero sabemos de los datos empíricos no es posible. Además, es insistir en el mismo error de los últimos 30 años. No ha habido un desacoplamiento en términos absolutos en ninguna parte.

 

El informe del European Environmental Bureau ‘Decoupling debunked: Evidence and arguments against green growth as a sole strategy for sustainability’ 5(Desmontando el desacoplamiento: Evidencia y argumentos en contra del crecimiento verde como la única estrategia para la sostenibildad) presenta unas pruebas muy convincentes de que el desacoplamiento es un mito y que la estrategia política basado en el crecimiento está condenada al fracaso. Las ganancias durante décadas de eficiencia en energía y materiales por cada unidad producida siempre tienen unos “efectos rebote” que resulta en un incremento de volumen de consumo en un campo o otro, posibilitado por los ahorros en otro sector. La eficiencia solo es efectiva si es parte de una estrategia más amplia de suficiencia, de límites en volúmenes totales. “La suficiencia” significa definir lo que es “bastante”. Por ejemplo, ¿cuantos aparatos, cuanta ropa y cuanto carne nos hace falta para ser felices y sanos? Se trata de límites. La sostenibilidad para las sociedades europeas es en una palabra: menos.


 

MÁS COCHES ELÉCTRICOS NO SIGNIFICA MENOS EMISIONES

 

 

Hoy hay 24 millones de coches en España de los cuales menos del 1% son coches eléctricos. Según los pronósticos oficiales en España en el año 2030 habrán 30 millones de coches en España de los cuales 5 millones de serán eléctricos (una sexta parte). ¿Significará esto que habrá un gran descenso de emisiones contaminación del transporte por carretera? No. Habrá aún más cantidad total de coches térmicos de combustión que ahora, probablemente más pesados, y no habrá bajadas significativas en las emisiones gobales. A nivel internacional pasa lo mismo según la Organización Mundial de la Energía. En el año 2040 habrá 300 millones de coches eléctricos pero la demanda de petróleo del transporte se mantendrá en su alto nivel actual hasta por lo menos hasta el año 2040 porque habrá aún mas vehículos que seguirán moviéndose con gasolina y diesel.


 

La Escala y los volúmenes totales de las actividades humanas superan los límites del planeta

 

Nuestro mayor problema es la escala. Los seres humanos y su ganado representan actualmente el 96% de toda la biomasa de mamíferos de la Tierra. Es un problema de escala, de volumenes totales que superan la capacidad de carga del planeta. Y los volumenes totales de extracción de recursos sigue creciendo con fuerza. Nuestra crisis climática, nuestra crisis de biodiversidad, nuestros suelos agotados y las crisis humanitarias son todos síntomas de la escala poco realista de la empresa humana y de unas politicas totalmente irresponsables y suicidas.

 

El crecimiento continuo hace fracasar la eficiencia y más eficiencia alimenta aún más destrucción del mundo biofísico y natural

 

 

La idea de que podemos "disociar" o “desacoplar” el crecimiento económico de la producción material es, es una falsedad rotonda. La historia muestra que cuando la economía se vuelve más eficiente con un recurso, usamos más de ese recurso, no menos; un fenómeno conocido como el "efecto rebote" en economía o la "paradoja de Jevons."6 Solo ayuda la eficiencia si hay límites absolutos en el volumen de producción y consumo.

 

 

En el siglo XIX, las máquinas más eficientes no redujeron el consumo de carbón, sino que lo aumentaron. En el siglo XX y el el XXI los ordenadores no solo no ahorraron recursos, como predijeron algunos tecno-optimistas, sino que aceleraron la economía, lo que llevó a una mayor extracción de recursos y un efecto rebote de mucho más emisiones (y la tecnología 5G amenaza con empeorar la situación). El enorme aumento de eficiencia técnica de los últimos 40 años ha coincidido con la “gran aceleración” de destrucción del clima, la biodiversidad, el suelo fértil y el agua. Hace 40 años, en Europa occidental con un nivel de vida bastante aceptable, el nivel de destrucción ambiental y climática era menos de la mitad que ahora con mucho menos tecnologías y, incluso, menos leyes ambientales.

 

 

Cada vez nos hace falta gastar más energía para extraer la misma cantidad de minerales/combustibles de peor calidad

 

 

Hemos quemado las reservas de carbón y petróleo de la más alta calidad, y ahora estamos excavando en el sucio petróleo de esquisto y las arenas bituminosas de baja calidad con un enorme impacto ambiental, productos que se importaran a la UE. Cuando los europeos llegaron por primera vez a Norteamérica, podían recoger pepitas de cobre del tamaño de sandías de los lechos de los arroyos. Ahora, para abastecer a la electrónica moderna y la electrificación , tenemos que excavar pozos gigantescos - 4 km de ancho, 1 km de profundidad - para raspar el mineral de baja ley que contiene 0.2% de cobre. Los límites no significan necesariamente que nos "quedemos sin" un recurso, sino que la calidad disminuye a medida que aumentan los costes y el impacto ecológico. Cada vez hace falta más energía, recursos y emisiones para sacar la misma cantidad de petroleo, gas, minerales y otros materiales(incluso los minerales imprescindibles para la “transición energética”)7

¿Qué dicen los científicos?

11.258 investigadores científicos de 153 países proponen seis grupos de medidas para cambiar el sombrío panorama que enfrenta el planeta.

 

Resumen: Lo más urgente es reducir las cosas malas, más que hacer las cosas buenas. Hacer lo bueno hoy en día no sustituye sino SUMA a lo malo. Mientras crecen los volumenes totales los esfuerzos en tecnologías verdes, renovables, coches eléctricos, productos ecológicos, reciclaje,.. sirven para bien poco frente a los problemas climáticos globales que crecen en una economía global sin límites ni frenos. Los límites biofísicos impondrán un parón económico con efectos catastróficos si no frenamos el crecimiento y creamos unas estructuras sociales más justas y verdes.

 

Energía

Implementar masivamente prácticas de conservación: Es mucho más importante reducir la demanda energética que fomentar las renovables.
Reemplazar los combustibles fósiles con energías renovables limpias
Dejar las reservas restantes de combustibles fósiles bajo tierra.
Eliminar los subsidios a las compañías de combustibles fósiles (55 mil millones cada año).
Imponer tarifas/impuestos de carbono suficientemente altos como para restringir el uso de combustibles fósiles. “

(Pero lo que pasa ahora: más extracción, consumo y emisiones de los combustibles fósiles que nunca. 2018 ha sido un récord de emisiones de CO2 y extracciones de recursos de todo tipo.)

Contaminantes de corta duración
Reducir las emisiones de metano(del gas natural), hidrofluorocarbonos, hollín y otros contaminantes climáticos de corta duración. Esto tiene como objetivo reducir la tendencia al calentamiento a corto plazo en más del 50% en las próximas décadas.

Naturaleza
Restringir la roturación masiva de tierras. (Se aumenta.)
Restaurar y proteger ecosistemas como bosques, praderas y manglares, lo que contribuiría a la disminución del dióxido de carbono atmosférico, gas clave del efecto invernadero

Comida
Comer principalmente plantas y consumir menos productos animales (se aumenta), lo que reduciría significativamente las emisiones de metano y otros gases de efecto invernadero, liberando tierras agrícolas para el cultivo de alimentos humanos en lugar de alimentos para el ganado. (Se aumenta masivamente el cultivo de soja, sobretodo en las amazonas)
La reducción del desperdicio de alimentos también es crítica: según los investigadores, al menos un tercio de todos los alimentos producidos terminan como basura

Economía
Reducir la extracción de materiales y la explotación de los ecosistemas (imposible incluso con crecimiento verde) para mantener la sostenibilidad de la biósfera a largo plazo, así como eliminar la dependencia de la economía en los combustibles de carbono y alejar los objetivos del crecimiento del producto interno bruto y la búsqueda de la riqueza. (el contrario de lo que piden la UE, la ONU, la OCDE y todos los partidos españoles de izquierda y derecha).

Población
Estabilizar la población mundial, que aumenta en más de 200 mil personas diarias, utilizando enfoques que garanticen la justicia social y económica.


 


 

Los mitos de la “Des-carbonización” y “100% renovables”: la energía no es electricidad

Hoy la energía solar y eólica solo representa entre el 2% y 3% de la energía total que consumimos. Más del 80% de la energía se produce con los combustibles fósiles. La casi totalidad de la energía que produce las renovables es electricidad. La electricidad representa menos del 20% de la energía que consumimos. La más del 80% de la energía que no es electricidad no es fácilmente reemplazada por las energías renovables y para expandir la electrificación de las renovables hay que construir enormes infraestructuras, plantas y conexiones. Además, las renovables tienen serios problemas de almacenamiento, intermitencia y materias primas. Hay sectores enteros donde la llamada “des-carbonización” ni siquiera está en el horizonte tecnológico y económico como la aviación, la siderurgia, la cerámica, la industria automovilística, la minería, los grandes camiones, los grandes buques de contenedores, los cruceros y la calefacción, entre muchos otros. Es un engaño sin fundamento empírico decir que vamos a “des-carbonizar” a la sociedad o tener un sistema energético “100% renovable” en unas décadas sin reducir radicalmente (a menos de la mitad) nuestro consumo de energía y de materiales en general.

80% de la energía mundial procede de los combustibles fósiles, 10% de biocombustibles, 5% de las nucleares y 5% de las fuentes renovables (hidroeléctrica, eólica, solar, geotérmica). Solo el 18% de la energía es en forma de electricidad. La mayoría del otro 82% se utiliza par el transporte, la calefacción y la industria.

 

La ciudadania va por delante de las instituciones y los políticos: ¡la gente está más concienciada que los políticos!

 

Resulta errónea o malintencionada la idea de que el cambio climático no es percibido por las sociedades como un problema preocupante, urgente y prioritario. Este supuesto de partida, que un legitimador de la falta de acción política climática , contradice los conocimientos sociales acumulados desde hace más de tres décadas por el pensamiento científico-social más solvente, como es el proveniente del cuerpo de conocimientos académicos e investigadores de la sociología ecológica. Todos los sondeos recientes atestiguan que la ciudadanía quiere medidas urgentes y valientes frente a la crisis climática.

Quien no las quiere son las élites económicas y políticas.

 

Resulta evidente que muchos líderes políticos y otras élites quieren buscar coartadas pseudo-científicas mediante la supuesta “indiferencia o escasa concienciación” ambiental presente en las opiniones y mentalidades ciudadanas, para poder justificar la continuidad de las actuales políticas autonómicas de gobierno, orientadas como están por las prioridades del crecimiento económico-material y la competitividad comercial de las élites económicas. Contrariamente a este activo negacionismo práctico institucional, los daños climáticos y ecológicos desde hace décadas son entendidos por la gente como graves o muy graves y son asunto de preocupación social, tal y como confirman numerosos estudios científicos-sociales de opinión realizados desde diferentes perspectivas metodológicas.

 

Estas amplias adhesiones a los valores ambientales que se han venido a denominar consenso ambiental, abren la posibilidad de acciones y políticas públicas más contundentes que avancen en soluciones eficaces en la protección, conservación y restauración ecológicas. Se trata por tanto de creencias y valores muy difundidos a favor de acciones decididas frente a los desastres climáticos y ecológicos cada vez más presentes y percibidos, que incluso se ponen por delante de las metas declaradas a favor del crecimiento económico.

 

Culpar a la ciudadanía por su supuesto “rechazo” a posibles políticas ecológicas más ambiciosas,realistas y responsables debido a que no está suficientemente preocupada ni concienciada, resulta infundado, deshonesto y manipulador. La gran debilidad de los comportamientos sociales responsables frente los dramas ecológicos y climáticos no responde exclusivamente a los factores culturales de falta de sensibilización, también es efecto de las imposibilidades que encuentra la ciudadanía para poder llevar a la práctica las opciones pro-ecológicas alternativas. Este bloqueo ejercido por parte de las instituciones y políticas públicas de todo tipo a menudo imposibilita estas prácticas. Las explicaciones incongruentes que cargan sobre la gente la responsabilidad de los escasos cambios en valores y comportamientos, se utilizan como argumento legitimador de la fuerte orientación culturalista, pedagogizante, concienciadora, individualista y voluntarista de la vigente estrategia climática. Pero conviene no olvidar que un factor determinante de la pasividad en los frágiles comportamientos pro-ambientales de la ciudadanía, individuales y colectivos, está en las propias instituciones públicas y sus políticas, que impiden, dificultan o castigan los cambios de actitud a favor de responsabilidad ecológica y climática. La ciudadania se encuentra rehén de unas únicas respuestas individualistas, consumistas y anti-clima porque no las instituciones públicas no emprenden los grandes cambios estructurales en la economía y la cultural a favor de soluciones colectivas, públicas y cooperativas a los retos climáticos y ecológicos en el transporte, la alimentación, la vivienda, el comercio y el urbanismo. La urgente transición de la riqueza individual consumista a la riqueza compartida, cooperativa y comunitaria ni siquiera ha comenzado. La única respuesta racional frente al colapso es substituir la obsesiva busqueda de riqueza individual por el lujo colectivo.

 

 

 

NO ES SOLO UNA CUESTIÓN DE LAS EMISIONES: NO NOS SALVAMOS CON “EMISIONES CERO”

 

Según la Agencia Ambiental Europea la Unión Europea no ha alcanzado 29 de sus 35 sus objetivos ambientales para 2020 en campos de aire, suelo, sustancias químicas, biodiversidad, agua y muchos más. 8 Esto es principalmente por priorizar los intereses comerciales de la globalización y el consumo en sus políticas y no castigar estrictamente los masivas incumplimientos de la legislación europea.9

 

Cuando hablamos de la emergencia climática no hablamos solo de emisiones de CO2. Incluso no es el más importante. Son los recursos naturales que soportan la vida y la economía: las biodiversidad, los insectos, la fertilidad del suelo, la pureza y cantidad de agua, la riqueza diversa de los bosques, los ríos y el mar. Sin el suporte de ecosistemas naturales nuestras sociedades no pueden funcionar. Y según las mejores informaciones científicas la mayoría de estos sistemas naturales vitales se están en proceso de fuerte deterioro o hay una fuerte translimitación de su capacidad de carga(la capacidad de mantenerse, reproducirse y rellenarse sin grandes deterioros).

 

Incluso si tuviéramos una energía ilimitada limpia y barata no estaríamos a salvo de la crisis ecológica. Seguiríamos en situación de colapso de la gran mayoría de los sistemas de soporte ecológico imprescindibles para el mantenimiento de nuestras sociedades.

 

 

Los gráficos representan “La gran aceleración del Antropoceno” de los últimos 50 años

 

Esto está sucediendo debido al crecimiento del extraccionismo global empujado por el crecimiento. Paradojicamente, el aumento de las energías renovables y la electrificación de la economía aumentará las emisiones de combustibles fósiles por la necesidad de más minería de recursos cada vez más escasos, la necesidad de energía de respaldo, la construcción de redes eléctricas, el almacenamiento de energía y la producción masiva de baterías. Además, habrá que dedicar muchos recursos energéticos para responder y adaptarse a los inevitables impactos del cambio climático. Hay que recordar que mucha maquinaría pesada y industrias no pueden funcionar con renovables y probablemente no lo harán en los próximos 20 años.

 

NO HAY DESACOPLAMIENTO: CADA VEZ CONSUMIMOS MÁS Y CON MÁS EFICIENCIA CONSUMIMOS AÚN MÁS.

 

Un desacoplamiento del aumento del PIB del uso de los recursos globales no ha ocurrido y no ocurrirá. Si bien 50.000 millones de toneladas de recursos (la economía extractiva) utilizados al año es aproximadamente el límite que pueden tolerar los sistemas de la Tierra, el mundo ya consume 70.000 millones de toneladas. A las tasas actuales de crecimiento económico, esto aumentará a 180 mil millones de toneladas para 2050 . La máxima eficiencia de los recursos, junto con los impuestos masivos al carbono (la fiscalidad ecológica), reducirían esto en el mejor de los casos a 95 mil millones de toneladas : aún más allá de los límites ambientales. Casi el doble. El crecimiento verde es físicamente imposible. Cada 1% del incremento del PIB mundial significa alrededor de 0.3% más emisiones según el FMI.

 

Los Aviones, Cruceros y Buques de Contenedores invisibles que no cuentan ni pagan

 

Los miles de vuelos de turistas que vienen a España no están contabilizados en las emisiones de CO2 nacionales. La aviación comercial cuya contaminación se dispara no paga impuestos sobre su keroseno y incluso la aerolinea más grande, Ryanair, recibe ayudas estatales y ventajas laborales. Los enormes buques de contenedores  emiten más CO2 que centenares de miles de coches humeantes(sin contar las emisiones acumuladas en los productos que llevan) y utilizan un “bunker fuel” que es muchas veces más contaminante que el diesel. Sus emisiones tampoco se cuentan en los números oficiales de España y la presión fiscal y control ambiental sobre estos buques es irrisorio. Los cruceros son otro ejemplo de dumping ambiental de lujo que trae muchos más prejuicios que beneficios a las comunidades portuarias. ¿Hablamos de ampliaciones portuarias y aeroportuarias en València? ¿Hablamos de los impactos ecosociales de la turistificación de nuestras ciudades, como este mismo centro histórico?

 

 

 

 

LAS CIFRAS DE EMISIONES NACIONALES SON ROTUNDAMENTE FALSAS EN EUROPA

 

En el informe de la ONU de este año Panorama de Los Recursos Globales se revela que el 90% de la pérdida de diversidad biológica y del estrés hídrico se debe a la extracción y la transformación de los recursos naturales. Dichas actividades producen aproximadamente la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo pero no están incluidos en nuestros cómputos nacionales de emisiones ni en nuestras políticas ambientales que solo se fijan en nuestros propios patios traseros y ignoran el impacto de nuestro consumo globalmente. , en la cantidad de materiales que deben movilizarse cambio climático, la eliminación del dióxido de carbono y la formulación de políticas de protección de la biodiversidad. Las conclusiones científicas del Panel Internacional de Recursos y de otras evaluaciones realizadas en el plano mundial que se presentarán en la Asamblea de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente de 2019 La huella material per cápita en los países de ingresos altos es un 60% más elevada que en los países de ingresos medianos y 13 veces mayor que en los países de bajos ingresos. El crecimiento económico se consigue a expensas de nuestro planeta y es sencillamente insostenible. Los cálculos nacionales omiten por lo menos 19% de las emisiones de CO2 y las grandes ciudades más del 60% según el grupo de científicos el Global Carbon Project. 10

 

Alrededor de un cuarto de las emisiones de CO2 vienen del comercio internacional. Una contabilidad honesta y creíble de CO2 basada en el consumo de CO2 del ciclo de vida de los productos y materiales seria mucho más justa socialmente y más eficaz para calibrar el volumen de extracción que hace falta reducir.

Externalización: la UE no es líder en la lucha contra el cambio climático

Una naranja sudafricana importada y nuestro teléfono móvil no tienen emisiones de CO2; Una naranja y un móvil hecho aquí sí. Cuanto más des-localizamos y cuanto más globalizamos la producción y el consumo, menos contaminamos en los cómputos oficiales pero más contaminamos en realidad. Una prenda de ropa producida en Paquistan no contamina nuestros ríos. La soja de Brasil que alimenta a nuestras vacas para nuestras hamburguesas no diezman nuestros bosques, destruyendo unos enorme sumideros de CO2.

 

La gran mayoría de esta huella material, el impacto sobre bosques, agua, animales, insectos, mares y suelos no se reflejan, no se computan en la contabilidad climática y ambiental de los países de la UE. Estamos ante una masiva “fuga de CO2” o “CO2 a la sombra”, una colosal externalización de la pérdida del sustento de la vida y del colapso del clima, sobre el cual se basa nuestra sociedad de consumo. El acceso de los europeos de productos de consumo baratos, materiales mineros de todo tipo como para las baterías nuestros moviles o coches eléctricos o los piensos de soja para nuestras hamburguesas, tiene un coste impagable.

 

Si la UE aumenta su ambición de reducción de emisiones sin unos cálculos honestos, avanzaremos poco en reducir las emisiones a nivel global y precisamente es la concentración global de CO2 en la atmósfera que importa para el futuro del planeta.

 

 

 

El solucionismo tecnológico no es la solución: la paradoja de Jevons

 

No mejoramos el mundo con hacer un poco más limpia cada unidad de producción o consumo. ¡Son los volúmenes totales que importan! La economia siempre ha mejorado la eficiencia de producción por cada producto fabricado pero esto no es eficiencia ecológica. Esta misma eficiencia facilita y fomenta aún más cantidad de extracción, producción y consumo. Es decir: la eficiencia sin suficiencia no sirve de nada contra el cambio climático/ecológico. Incluso empeora las cosas al abaratar los costes de cada unidad, aumentar las ventas y, lo más importante, disparar la extracción de materiales biológicos e minerales de cualquier punto del planeta. 11

 

El crecimiento verde”, “El desarrollo sostenible”, “El crecimiento sostenible” son las estrategías de las grandes instituciones como la UE, la ONU y los grandes estados como España. Han fracasado y continuarán fracasando porque vulneran las leyes de la física y de las matemáticas. La estrategia de compatibilidad entre el aumento del volúmen físico de la economía y la sostenibilidad ambiental, ha fracasado estrepitosamente y ha servido de cobertura ideológica y para tranquilizar a población, durante la “Gran acceleración” de destrucción ambiental y explosión de emisioens de los últimos 40 años que ha coincidido con la expansión de la económía global, o la globalización económica neoliberal. El llamado “libre comercio” ha sido devastador para los ecosistemas del planeta y la mayoría política de la UE propone más de los mismo con grandes acuerdos comerciales que aumentan el extractivismo como el acuerdo UE-Mercosur.

 

 

 

 

La falsa eficiencia energética de la agricultura industrial intensiva

 

La agricultura industrial ha provocado una enorme pérdida de tierra fértil, la destrucción de bosques y la muerte de la biodiversidad como los insectos necesarios para la polinización. Además, no es nada eficiente. Produce 10 veces más rendimiento que hace 100 años pero necesita 90 veces más insumos y otros inputs – fertilizantes, pesticidas, electricidad para el regadío, maquinaria, refrigeración, embalajes y transporte. La ganadería industrial es el sector menos eficiente a nivel energético, más destructiva de la natureleza y más cruel con los animales no humanos.

 

En otras palabras, necesitamos mucho más energía fósil ahora por cada unidad de de alimento que producimos y vendemos. Y actualmente el tecno-optimismo del agribusiness promete más de lo mismo mediante nuevos productos tecnológicos y más agrotoxicos. Siempre propone otra vuelta de la misma tuerca para tratar a resolver a los problemas creados con su ciencia reduccionista, que trágicamente ha ignorado el complejo equilibrio de los mundos de vida del suelo, de las plantas y los insectos.

 

El final de la tubería”:

tratar de limpiar después del desastre

 

El tecno-optimismo dominante siempre nos dice que podemos arreglar los desastre después. Reciclaje frente a la explosión de residuos, limpiar el mar de plásticos con grandes redes, enterrar el CO2 en minas subterráneas, una nueva semilla transgénica que es resistente a las herbicidas, un filtro para el aire contaminado en casa, construir muchas nucleares para reducir el C02, clonar animales en peligro de extinción,…..

 

Misteriosamente, lo que no suele estar en la agenda política es tratar los problemas de raíz: reducir radicalmente la generación de residuos y el consumo de energía, prohibir el plástico en los procesos industriales y comerciales, imponer una alta presión fiscal a los embalajes, prohibir los agrotoxicos, ...

La falsa “economía circular” que promete crecimiento sin destrucción ni desperdicio

 

Basada en ideas pseudo-científicas que la Unión Europea pretende conseguir un “crecimiento económico sostenible” con más coches, más aviones, más compras, y más de todo.

 

Una “economía circular”, que aspira a reciclar solo el 10% de los materiales, ni es circular ni incluye la gran mayoría de materiales y energía utilizados en la economía ni tiene en cuenta las leyes físicas de la termodinámica. No se puede reciclar ni reutilizar la gran mayoría de lo que está dentro o lo que está acumulado en nuestros productos de consumo. No se puede dar la vuelta a la ley de la entropia. Lo que se mata no vuelve a la vida. La madera que se quema no vuelve a ser árbol. La flecha del tiempo y la vida solo van en una dirección.

 

La economía circular” – la nueva palabra mágica del vocabulario del “desarrollo sostenible” promete la continuación del crecimiento económico sin destrucción ni desperdicio. Pero este concepto solo afecta a una pequeña parte de los recursos que utilizamos.

Muchos objetos son demasiados complejos para reciclar o re-utilizar. Por ejempolo el Teléfono movil, solo el 30% de los elementos se pueden reciclar. Las luces LEDs lo mismo y así la mayoría de los aparatos eléctricos: los microchips, las baterías, los materiales sintéticos, y un sinfín de materiales donde es imposible “cerrar el círculo” como promete la economía circular. Los recursos energéticos fósiles o biomasa o biogas no se reciclan ya que se queman.

El Foro Económico Mundial estima que la suma global generada en 2018 alcanzó los 48,5 millones de toneladas de residuos electrónicos, cantidad que valora en unos 55.000 millones de euros. ¿Lo más desmoralizador del asunto? Solo el 20% se recicló debidamente. Es decir, casi 40 millones de toneladas terminaron en vertederos como el de Agbogbloshie, Ghana, donde el tratamiento irresponsable de la basura tecnológica provoca daños irreparables en la salud de las personas y en el medio ambiente.


 

Incluso los TetraBriks: En esta categoría de imposible reciclaje eficaz entraría un tetrabrik. Estos envases son complicados de reciclar porque están formados por distintas capas de cartón, plástico y aluminio. Teóricamente, se suele considerar que estos envases se reciclan en un 75%, la parte correspondiente al cartón. Sin embargo, con la metodología de Dríade SM el porcentaje estimado resulta bastante más bajo. Parte de las fibras de papel de un tetrabrik se quedan con el aluminio y además las fibras se acortan en el proceso de reciclado, toda esa pérdida de material la cuantificamos, por eso sale muy bajo.


 

Además, el reciclaje no tiene en cuenta la enorme acumulación de recursos y energía invertida todo el proceso de un producto desde la extracción, la producción y venta. Ignora el proceso que empieza en una mina, un bosque, un campo o del fondo del un pozo o el mar. Cuanto más complejo es un producto o componente, más intensivo es en materiales y energía. Cuanto más complejo, menos posible es su reciclaje y reutlización. Y más difícil y/o costoso energéticamente y económicamente es su tratamiento como residuo.


 

El volumen de materiales que consumimos y la pequeña parte que se puede reciclar


 

El consumo de recursos mundiales era 7 gigatoneladas en el 1900, 62 Gt en 2005 y 78 Gt en el 2010 y sigue creciendo el 3% cada año, el doble que el crecimiento de la población. Incluso si pudiéramos reciclar el 100% de los materiales de forma eficiente (algo totalmente imposible), la cantidad de materiales necesitados para el crecimiento seria siempre mucho mayor por la diferencia entre la oferta y la demanda.

De los 62 Gt utilizados globalmente en el 2005 (más de 30% más en el 2019) después de restar los combustibles energéticos quemados y residuos mineros, los 30 Gt restantes se utilizaron para hacer productos materiales. De estos productos, 4 Gt de materiales se utilizaron para producir productos de consumo cuyo uso que que duran menos que un año. Un tercio de todos recursos materiales ni son reciclados ni vertidos ni incinerados: están acumulados en edificios, infraestructuras y productos de consumo. Solo 9 Gt de 62 Gt se convierten en residuos que van a vertederos, a la incineración o el reciclaje. La economía circular enfoca su atención exclusivamente en este 16% de los materiales. Y, por ejemplo, metales reciclados (que son altamente reciclables) solo pueden satisfacer un máximo de 36% de la demanda de una economía extractiva expansiva como la actual.

Como el 71% de los recursos nunca pueden ser ni reciclados ni reutilizados (44% de los cuales son recursos energéticos) solo puedes mejorar la situación ambiental con una reducción sustancial del consumo de todo tipo de recursos.

 

 

 

 

 

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4 décembre 2019 3 04 /12 /décembre /2019 21:28
La Generalitat Valenciana no toma en serio la emergencia climática

Resumen de la enmienda a la totalidad a la

"Estrategia Valenciana del Cambio Climático y Energia 2020-30"

 

"La Estrategia Valenciana del Cambio Climático y Energía 2020-30" no toma la emergencia climática en serio. No propone acciones ambiciosas urgentes y fracasará en reducir sustancialmente los peligros y daños existentes en nuestra economía y en nuestro consumo. Es un plan conformista y continuista con planes ineficaces anteriores que no ayudará a la sociedad valenciana para enfrentarse con más garantías y seguridad frente a los embates climáticos y ecológicos. Apuesta todo mediante voluntarias medidas tecnológicas de eficiencia mientras hay una casi total ausencia de políticas de restricción, moderación y límites por medio de leyes, impuestos y planes territoriales.

 

El enorme reto de una rápida transición energética valenciana hacia fuentes renovables de energía con una radical reducción de emisiones de CO2 se hace prácticamente imposible porque la estrategia climática valenciana proyecta una aumento de la demanda eléctrica de 25% en el 2030 y un aumento del consumo de energía final de 12%. Con esta resignación política ante la escalada de consumos energéticos, la substitución de los combustibles fósiles por las energías renovables se hace inviable y lo más probable es que las fuentes renovables simplemente se añadan a las fuentes contaminantes existentes en lugar de reemplazarlas. Solo serán una suma a lo que hay y un aumento global de la escala material. Además, en total contradicción con el objetivo de reducir las emisiones de CO2 y metano, la estrategia valenciana planea potenciar la quema de gas en las centrales de ciclo combinado.

 

La Estrategia Valenciana no establece planes concretos ni objetivos claros para reducir las actividades más nocivas para el clima y los ecosistemas. Ignora la necesidad de reducir el consumo de recursos. No hay metas ni políticas concretas para reducir el transporte por carretera de coches y camiones ni reducir la producción y consumo de cemento ni el uso de plaguicidas ni la producción/consumo de carne, entre otras actividades intensivas en el extractivismo de materiales primarios y en impactos climáticos. Se resigna y no propone nada ante la explosión de la actividad turística que es una gran derrochadora de recursos de todo tipo y una gran productora de residuos. También acepta sin rechistar la ampliación de infraestructuras que empeoran la crisis climática como son los puertos, las carreteras y los aeropuertos. Ante la sobreexplotación de los menguantes caudales de los rios y el cheque en blanco dado para la muy destructiva extracción minera de áridos de los montes públicos la Generalitat no tiene nada que decir. Más allá de las competencias autonómicas la estrategia climática no plantea medida alguna ante la creciente contaminación y emisiones de la aviación, de cruceros y de buques de contenedores. Tampoco considera el consumo energético y el impacto ecológico cada vez más grande de los aparatos digitales y su actividad. No establece criterios para limitar los regadíos y conservar los escasos recursos y ecosistemas hídricos. No plantean la ampliación de los espacios naturales con más protección legal ni ninguna otra medida concreta para proteger una biodiversidad en peligro. Ni siquiera considera alguna medida de urgencia para salvar a grandes zona húmedas como la Albufera.

 

En suma, estamos ante un plan que en el contexto de prioridades puestas en el crecimiento económico, deposita toda su confianza casi exclusivamente en el empuje a las energías renovables y en los avances tecnológicos en eficiencia, que no minimizarán sustancialmente los volúmenes totales de emisiones de gases efecto invernadero y otros daños ambientales. En general la Generalitat Valenciana dimite de su responsabilidad de establecer con urgencia regulaciones legales, más allá de los códigos de buenas prácticas voluntarias a las empresas, la formación profesional y la "auto-regulación".

 

En contraste con las actuaciones y medidas propuestas en la estrategia climática valenciana, lo que son urgentes son nuevas normativas legales, límites regulatorios y fiscalidades restrictivas para reducir los volúmenes totales de los consumos, residuos y emisiones que ultrapasan la capacidad de carga del territorio valenciano y del planeta. 

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29 novembre 2019 5 29 /11 /novembre /2019 08:56
ENMIENDA A LA TOTALIDAD A LA ESTRATEGIA VALENCIANA DEL CAMBIO CLIMÁTICO (SEGUNDA PARTE)

8.  Inflación de estudios para el diagnóstico

No resulta nada comprensible el papel estelar que la estrategia climática valenciana otorga a incentivar la investigación para el diagnóstico de los problemas socioambientales ligados a las alteraciones climáticas, cuando a la vez se desatienden las recomendaciones y alarmas que desde hace cinco décadas se vienen dando desde el campo científico investigador más competente.

Un ejemplo reciente es la carta de advertencia a la humanidad de más de 11 mil científicos solicitando seis medidas imprescindibles para favorecer la adaptación de las sociedades humanas ante la emergencia climática. Los científicos firmantes señalan que tienen la obligación moral de advertir claramente a la humanidad de cualquier amenaza catastrófica y 'decirlo como es'. Estos signatarios científicos de todo el mundo afirman claramente e inequívocamente que el planeta Tierra se enfrenta a una emergencia climática. La crisis climática ha llegado y se está acelerando más rápido de lo que la mayoría de los científicos esperaban", advierten. Es más severa de lo previsto, amenaza los ecosistemas naturales y el destino de la humanidad. Especialmente preocupante, son los puntos de inflexión climáticos irreversibles potenciales y los refuerzos de la naturaleza que podrían conducir a una catastrófica ‘Tierra de invernadero’, más allá del control de los humanos. Estas reacciones en cadena climática podrían causar interrupciones significativas en los ecosistemas, la sociedad y las economías, lo que podría hacer que grandes áreas de la Tierra sean inhabitables. También los autores enfatizan seis objetivos de cambio y expresan su esperanza de que estas “señales vitales” orienten a los gobiernos, el sector privado y el público en general a “comprender la magnitud de esta crisis, vigilar los progresos que se logren y reacomodar las prioridades para paliar el cambio climático”. Afirman que estas metas “requerirán transformaciones enormes en la forma en que funciona nuestra sociedad global y su interacción con los ecosistemas naturales”.

Tampoco resulta creíble este gran protagonismo de los estudios e informes científicos cuando estos se emplean a su vez como condición y antesala del minúsculo o nulo papel que se dan a actuaciones decididas con compromisos y metas concretas ambiciosas para el freno y la fuerte regulación pública sobre la economía y actividades más sucias y climáticamente nocivas. Carece de toda coherencia y racionalidad acompañar la apuesta por los estudios con la paralela renuncia a actuaciones imperiosas, que de darse, en sí mismas se constituirían en una fuerza educativa socializadora y sensibilizadora de primer orden. En las anteriores dos estrategias climáticas rotundamente fracasadas (periodos 2008-2012 y 2013-2020), ya estaban presentes las actuaciones centradas en la sensibilización y educación ambiental voluntaria junto al supuesto erróneo de la “falta de concienciación social” usado para justificar la gran parálisis y timidez de las políticas climáticas actuales.

Esta inflacionaria apuesta por la investigación y los estudios suplanta las políticas posibles de regulación firme, des-inversión, prohibición y limitación de las actividades y economía climáticamente más lesivas. Las metas culturalistas de tinte liberal individualizante puestas en la “educación ambiental” no cuestionan ni ponen obstáculos destacables a las actuales políticas económicas neoliberales y a sus tendencias exterministas sobre recursos naturales básicos para la supervivencia y bienestar. También resultan radicalmente ineficaces en relación a las finalidades que dicen perseguir de cambios en valores y hábitos de consumo de la sociedad valenciana, si se tiene en cuenta que las dinámicas complejas del mundo de las creencias y valores no se dejan dirigir de forma determinista como si fueran una máquina. En lo fundamental los cambios culturales y de mentalidades son muy lentos, no se dejan determinar y suelen estar radicalmente desajustados en sus ritmos y temporalidades con las necesidades y novedades que operan en los contextos sociales, materiales o ecológicos.

En suma, este desequilibrio de la estrategia climática entre nuevos estudios y actuaciones previstas, no pone frenos de emergencia a las actividades climáticamente más dañinas y con ello hace imposible el cumplimiento de los objetivos climáticos de “adaptación” y “mitigación” tan pregonados en la propia estrategia valenciana. La explicación oculta de este disparatado irracionalismo es que se acopla sin grandes tensiones con la continuidad y el alargamiento de los plazos de las políticas del crecimiento de la economía material más cancerosa con el clima, los metabolismos del sistema Tierra y los sistemas naturales del territorio valenciano.

 

9. Jardineros de “buenas prácticas” junto a corrosivas actividades anticlimáticas


La estrategia valenciana se presta mucho al engaño al confundir “la lucha contra el cambio climático” con la presentación de una larga lista de medidas liberales de fomento y subvención de “buenas prácticas” voluntarias, como por ejemplo son las ayudas y financiación a nuevos sectores económicos considerados “limpios” y a estudios técnico-científicos para la descripción y diagnóstico de realidades y problemas.

 


No es lo mismo promocionar las buenas prácticas de las energías renovables EERR que el reducir el consumo global de combustibles fósiles y su huella ecológica. Tampoco es lo mismo el fomento de la agricultura ecológica que el reducir la agricultura tóxica-intensiva convencional mayoritaria. Ni es lo mismo el favorecer la compra y el uso de coches eléctricos que el reducir la cantidad de vehículos movidos por combustibles fósiles, la contaminación del aire y el CO2 del transporte.


Una regla de oro que ha de ser prioridad de cualquier política climática que merezca tal nombre y quiera ser relativamente eficaz, es reducir las actividades ambientalmente destructivas. No es suficiente el hacer algunas buenas cosas si las malas siguen creciendo. No se trata de solo sumar algunas cosas buenas en “verde”. Las políticas de “buenas prácticas” voluntaristas han de acompañarse del abandono de las actividades y cosas ecológicamente más dañinas. De lo contrario las acciones de “buenas prácticas” en positivo en realidad son anuladas y contrarestadas por la continuidad y el crecimiento de las políticas y actividades ambientalmente sucias y ecocidas.


En cambio la estrategia climática valenciana da a entender falsamente que con más eficiencia tecnológica, con más educación ambiental y “buenas prácticas” y con el fomento de las energías renovables, se podrá hacer frente a la emergencia climática. Se silencian entonces los aspectos centrales del problema: que las medidas “verdes” del “solucionismo tecnológico” vienen fracasando rotundamente a lo largo de los últimos 50 años. Décadas de innovaciones en eficiencia no han frenado de aumento global de las emisiones tóxicas a la atmósfera GEI, la pérdida de biodiversidad y la extracción de materiales del subsuelo terrestre. La tecno-eficiencia por sí sola no bajará las emisiones contaminantes a la atmósfera, no puede frenar la creciente destrucción ambiental y climática que está minando la estabilidad de los delicados procesos biofísicos y con ello las condiciones físicas de habitabilidad, supervivencia, bienestar y prosperidad de las sociedades humanas y la biodiversidad multiespecie.

 

10. Inexistente regulación institucional vinculante y externalización de los daños medioambientales


En el dramático contexto ecológico planetario en el que nos encontramos, además de los ajustes tecnológicos de la eficiencia se hacen necesarias las fuertes medidas de regulación institucional a favor de la reducción de la escala material de la economía y su huella ambiental. Esto exige un decrecimiento significativo de los volúmenes totales del consumo de recursos ambientales, de la producción de bienes materiales superfluos y de la generación de residuos a lo largo de todo el ciclo de vida de los productos.


La estrategia valenciana parece humor negro al ignorar olímpicamente la base material, biofísica y ecológica del problema climático: el continuado crecimiento material de la economía valenciana. No establece limitaciones al crecimiento de dicha economía en ningún campo ni sector de actividad. Renuncia a actuar sobre las fuentes económicas del problema climático en el presente desplazando las actuaciones de raíz a un futuro incierto e indeterminado. No integra el temible desajuste de temporalidades entre las actuaciones previstas y los ritmos acelerados, indeterminados e irreversibles de las alteraciones climáticas y ecológicas.


En este sentido, la carencia de limitaciones y frenos a la economía climáticamente más tóxica pervierte los objetivos de adaptación y mitigación que establece la estrategia climática 2020-2030, y en contradicción con los mismos se pone al servicio de impulsar más la destrucción socioecológica y el sobrecalentamiento climático.

 


Según los cómputos científicos más solventes la reducción de las emisiones de CO2 ha de tener una bajada drástica en paralelo a una radical subida de las energías renovables EERR. Pero en cambio la Generalitat Valenciana solo prevé la mitad de reducciones de las emisiones de CO2 que demanda la comunidad científica, a lo que se suma el aumento del consumo previsto. Es decir, a no ser que sean fruto del arte de la prestidigitación, las energías renovables están muy lejos de poder responder a más crecimiento de la demanda.


En resumen, si lo que ha de importar es una reducción voluminosa de la contribución de la Comunidad Valenciana a las destrucciones climáticas y ecológicas, esto no está previsto ni de lejos en la letra de la estrategia climática valenciana, sino todo lo contrario. Excluye en su contabilidad y en sus metas declaradas una gran parte de las emisiones de gases GEI a la atmósfera, muchos de los impactos ecológicos y emisiones son sistemáticamente externalizados y negados. No reciben registro ni contabilidad las muchas emisiones implicadas en los procesos extractivos de recursos y en los impactos de la economía globalizada del comercio valenciano, que operan en otros territorios y países mediante deslocalizaciones de empresas e importaciones masivas de productos mercantiles.

 

11. Contabilidades irreales y cálculos engañosos que subestiman los daños climáticos y ecológicos


El cálculo de las emisiones valencianas de CO2 es muy engañoso y sesgado por excluir todo el CO2 acumulado en los productos de consumo, en la producción de la deslocalización territorial de las empresas y en los procesos materiales a la sombra que están implicados en las importaciones de la Comunidad Valenciana. La estrategia climática valenciana se desentiende de muchos impactos climáticos de las prioridades del crecimiento continuado de la economía material valenciana y del PIB. La estrategia tampoco tiene en cuenta la espiral de los negativos impactos climáticos del turismo. No considera en sus cómputos los vuelos internacionales ni las muchas afecciones del comercio internacional. Se excluyen también las emisiones atmosféricas y otros impactos ecocidas de los buques y el transporte interoceánico que desplaza contenedores y abundantes materiales.

 


El engaño premeditado del maquillado contable es la pauta de la estrategia climática valenciana 2020-2030. Se da una enorme contradicción e imposibilidad en relación a los indicadores empleados y al registro cuantitativo de las emisiones de CO2 a la atmósfera: cuanto más se globaliza y se deslocaliza la producción masiva de artículos de consumo baratos y la extracción de materiales, incomprensiblemente resulta que “menos” CO2 se emite, según se desprende de las estadísticas y los datos que maneja el texto de la estrategia climática. Es decir, como por arte de magia la Comunidad Valenciana aparece entonces convertida en una “tierra limpia de bajas emisiones de CO2”, cuando ocurre que la realidad de las emisiones valencianas es diametralmente la contraria.

 


El grupo científico “Global Carbon Watch” recuerda que los países europeos subestiman sistemáticamente los cómputos de sus emisiones a la atmósfera entre el 19% y el 60% de sus emisiones reales de CO2 . No computan la externalización de sus emisiones hacia los países del Sur Global. Esta “fuga de CO2” o de “CO2 a las sombra” da una idea engañosa de expansión económica “sostenible” y de “desacoplamiento” entre el crecimiento económico y el crecimiento de las emisiones de CO2. Además, esta invisibilización y exportación valenciana de la destrucción ambiental sobre otros territorios constituye una flagrante contradicción con los objetivos establecidos por la Agenda del Desarrollo Sostenible por parte de la ONU, que la estrategia valenciana de cambio climático dice integrar.

 


La estrategia climática excluye del registro y la contabilidad todas las emisiones “indirectas” externalizadas a otros países y orienta casi toda la atención a la eficiencia “por unidad”, deja sin abordar lo prioritario: limitar los volúmenes totales de las emisiones tóxicas a la atmósfera. Son muchas las evidencias de la “paradoja de Jevons”, que afirma que el aumento de eficiencia técnica no necesariamente reduce el consumo global de recursos ni los impactos climáticos y ecológicos. En una economía material creciente con cada vez más demandas de consumo de materiales de todo tipo, las repercusiones ecológicamente negativas pueden superar por creces los avances tecnológicos en eficiencia. Aunque estos sirvan para abaratar los costes de producción, a la vez pueden acompañarse de aumentos en las cantidades globales de materiales y artículos consumidos y de incrementos en daños climáticos y ecológicos.

 

Sin embargo brillan por su ausencia en la estrategia valenciana las limitaciones y restricciones vinculantes al consumo total de volúmenes de energía, de agrotóxicos, carne, coches, agua, cemento, artículos importados como pueden ser la ropa, piensos, y otros materiales, etc. Tampoco hay objetivos concretos, vinculantes y des-inversores para la reducción de las actividades más nocivas para el clima, la biodiversidad y la salud humana, como son la agricultura química intensiva, el transporte de mercancías por carretera, las grandes urbanizaciones, los grandes puertos, las ampliaciones de las carreteras y autovías, los nuevos centros comerciales, el turismo de masas, la aviación, la minería extractiva …
 

Esta incoherente subestimación de las emisiones de CO2 y de los impactos negativos sobre la atmósfera y el clima terrestre se percibe claramente en la promoción que realiza el plan estratégico valenciano de los coches eléctricos. Esta apuesta por los vehículos eléctricos ignora y externaliza radicalmente la extracción de materiales implicados en los procesos de su producción y transporte en los territorios de países lejanos, con un gran impacto sobre el clima y la biodiversidad, que contradicen en gran parte las afirmaciones sobre grandes reducciones de CO2 en el transporte. Es decir, no se considera el impacto climático y ecológico de esta electrificación en infraestructuras, minería, o en la importación de elementos indispensables, como son las baterías necesarias para construir coches eléctricos. El plan estratégico valenciano prevé la elevada electrificación del sector transporte, pero esto es inviable debido a la continuidad del muy contaminante transporte de mercancías por carretera e inter-oceánico de los buques de contendores.

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29 novembre 2019 5 29 /11 /novembre /2019 07:47
Enmienda a la totalidad a La Estrategia Valenciana del Cambio Climática y Energía de la Generalitat Valenciana (Primera parte)

“Estrategia Valenciana de Cambio Climático y Energía 2020-2030”
 "http://www.agroambient.gva.es/es/web/cambio-climatico/estrategia-valenciana-de-cambio-climatico" http://www.agroambient.gva.es/es/web/cambio-climatico/estrategia-valenciana-de-cambio-climatico

ENMIENDA A LA TOTALIDAD A LA ESTRATEGIA VALENCIANA

Observaciones generales

Las actuaciones de la Estrategia Valenciana de Cambio Climático y Energía 2020-2030 de la Generalitat Valenciana carecen de mínimo realismo y coherencia para poder afrontar con relativa eficacia la extensión y profundidad de los fenómenos y problemas climáticos y ecológicos, en sus causas humanas y en las consecuencias socioecológicas de los mismos asociadas a la desestabilización climática planetaria, regional y local. La estrategia climática valenciana no responde a la emergencia climática sino que apuesta por seguir prolongando en el tiempo las políticas actuales y las lúgubres repercusiones socioambientales del incremento de las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera y la biosfera de la Tierra.

 

La estrategia climática intenta disfrazar que el cumplimiento de sus objetivos generales de “adaptación” y “mitigación” ante el cambio climático exigiría un cambio de 180 grados en las actuales prioridades políticas e institucionales, basadas como están en el crecimiento de la economía material y de los daños ecológicos. Un punto ciego fundamental de la estrategia climática valenciana refiere a su desentendimiento de las soluciones genuinas con compromisos concretos vinculantes ante las afecciones climáticas y ecológicas, que pasan por contraer nuestras economías, consumir menos materiales y energía y disminuir con ello la huella ambiental y climática, cambiando nuestros estilos de vida y nuestro sistema económico.

 

Las entretejidas crisis ecológicas y climáticas son síntomas de nuestra adicción al crecimiento y de que la escala material desmesurada choca con los límites de la capacidad de sustentación de la Tierra. La estrategia climática valenciana no asume los límites del crecimiento y da la espalda al conflicto irreconciliable entre un crecimiento económico continuado y las capacidades de sustentación de la biosfera. Sin fundamento alguno la estrategia disocia los daños ecológicos y climáticos del crecimiento económico de la producción material y el consumo valencianos. Olvida el grave problema de escala: no pueden reconciliarse la fuerte reducción de las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera y de la huella ecológica con las aspiraciones de continuar con el crecimiento inacabable.

 

En la estrategia climática se da una inadecuación abismal entre los objetivos generales declarados y los medios y actuaciones previstas. No se pueden afrontar la cronificación de los desastres climáticos, ecológicos, sociales y humanitarios con la continuidad de las prioridades puestas en el crecimiento económico, la mayor eficiencia y el aumento de las energías renovables (EERR), sin cambiar nada más y evitando el problema de raíz: el rebasamiento de los límites ecológicos que lleva a la disminución o extinción de recursos vitales y al aumento de los costes económicos y de los impactos en destrucción ecológica.

 

El documento de la Estrategia Valenciana de Cambio y Energía 2020-2030 se limita a ordenar y apilar sin coherencia interna las actuaciones marginales, erráticas y dispersas, que ya se realizan por parte de las diferentes instituciones valencianas y Consellerias. La estrategia climática valenciana no ofrece ninguna novedad significativa en relación a las políticas públicas valencianas ya existentes o iniciadas. Más allá de algunas vaguedades ininteligibles la nueva estrategia climática valenciana 2020-2030 tampoco realiza la evaluación pertinente de las anteriores dos estrategias de la Generalitat Valenciana sobre el grado de cumplimiento o fracaso de sus objetivos mediante políticas concretas de actuación (p.1).

 

No solo la estrategia climática valenciana carece de toda solidez ante las realidades sociales y ecológicas a las que aludimos como cambio climático, también está a años luz de las necesidades asociadas a la condición de “emergencia climática”, que ha sido declarada por la propia Generalitat Valenciana y por otras destacadas instituciones valencianas. La estrategia despilfarra márgenes de actuación y renuncia a impulsar cambios y ajustes sin precedentes para dejar de desperdiciar energía, materiales y alimentos, como por ejemplo hace el sistema agrícola industrial que provoca la disrupción de los ciclos de nutrientes en la Tierra. La parsimonia y los desatinos implicados en las actuaciones previstas en la estrategia climática junto a la gran discrepancia existente entre las laxas temporalidades de las mismas y los ritmos acelerados de la degradación climática y ecológica, hacen de la declaración de “emergencia climática” un despropósito retórico vacío de contenido y arraigo. La estrategia climática valenciana convierte en extravagantes y grotescas dichas declaraciones de emergencia.

 

Frente a las colosales alteraciones climáticas del sistema Tierra una carencia fundamental de la estrategia climática valenciana está en su renuncia a que las políticas públicas valencianas ejerzan un destacado y activo papel de regulación restrictiva y vinculante, en el contexto valenciano, español y europeo, ejerciendo unos poderes y funciones que son las propias del derecho, la legislación y la acción de gobierno. Esta manifiesta indiferencia y pasividad político-institucional es antagónica con los objetivos generales que declara la estrategia climática, los de “adaptación” y “mitigación”. En este sentido se puede afirmar con contundencia que la Generalitat Valenciana carece de estrategia climática para los años venideros por renunciar a afrontar con mínimo realismo y eficacia los cambios que demanda la desestabilización del clima de la Tierra.

 


Siguiendo la letra escrita de la estrategia climática valenciana, los objetivos generales de “adaptación” y “mitigación” establecidos están guiados por unos principios básicos que definen actuaciones para impulsar una “economía baja en carbono”.

 

Siguiendo los principios de “reducción de los consumos energéticos, el fomento de EERR (energías renovables), el autoconsumo energético, el uso de transporte más limpio, el impulso territorial y el papel de los sumideros de carbono para la reducción de la concentración de las emisiones de GEI (p. 8).

 

Resulta especialmente chocante y paradójico que la estrategia valenciana (p.36) acepte sin rechistar el aumento de la demanda energética final valenciana en 1.2 % anualmente y el aumento de un 2.5% de la demanda eléctrica anual en el periodo 2020-2030. Esta previsión energética representa una política pública de incremento irresponsable de la demanda energética en un 12% y del 25% respectivamente en los próximos 10 años.


El crecimiento de la demanda energética convierte en inútil y en papel mojado las metas declaradas de cambios ante la emergencia climática, haciendo totalmente inviables los propósitos de “adaptación y mitigación” mediante la “sustitución” de los combustibles fósiles por las energías renovables. Muy contrariamente, debido a los entretejidos impactos climáticos y ecológicos s asociados a la producción eléctrica, la demanda energética no debería crecer sino que tendría que decrecer imperiosamente.


También es inconsistente y contradictoria la previsión que realiza la estrategia climática valenciana de un aumento sustancial del consumo de gas hasta 2030, a pesar de ser un combustible fósil de fuertes impactos de efecto invernadero. En consecuencia, la estrategia apuesta por el aumento del funcionamiento de los centrales de ciclos combinados de Sagunt a partir del 2020, en lugar de plantear la imprescindible reducción de la demanda energética.


Resulta inaceptable el apoyo que la estrategia climática da al incremento de la quema del gas, algo que no es compatible con la lucha contra el cambio climático. Este aplazamiento de décadas de la urgente y rápida transición hacia las energías renovables y descentralizadas hipoteca y empeorará gravemente los daños ambientales que padecerá la sociedad valenciana.


El esfuerzo económico y técnico de fomentar las energías renovables EERR no servirá entonces para sustituir las energías contaminantes, tal y como viene ocurriendo durante los últimos años, porque el incremento de estas será muy insuficiente debido principalmente a la continuación de la dependencia valenciana de los combustibles fósiles, de forma directa e indirecta. Todo ello empeorará por el contexto general de economía globalizada expansiva, el crecimiento de la demanda energética global interna y la externalización y deslocalización de los ciclos productivos y extractivistas.


La estrategia climática huye de poner limitaciones a una economía valenciana vista desde parámetros físicos, no solo economicistas, que es especialmente devoradora en energía, recursos materiales y biodiversidad, por su gran dependencia de sectores económicos como son el turismo y los servicios. En esta tercera estrategia climática no se ve por ningún lado el “cambio del modelo productivo” tan pregonado por el actual tripartito del gobierno valenciano.


Resulta muy manipulador, engañoso y deshonesto el hablar de “una reducción del consumo de energía primaria sobre la proyección del año 2007 de un 9%”, cuando en términos absolutos las metas de éste plan estratégico están en continuar con el aumento del consumo de energía primaria en el 2030. La prometida reducción del consumo de energía primaria comparada con la proyección del Gobierno Valenciano del PP del año 2007 del 35,4%, es una tendenciosa y engañosa trampa contable, que establece la comparación con la proyección de crecimiento hecho por el gobierno valenciano del Partido Popular PP, realizada antes de la crisis de recesión económica del 2008. Esto quiere decir que la actual estrategia valenciana 2020-2030 de cambio climático sigue aceptando un gran crecimiento de demanda energética. De ello resultará del todo imposible que cuadren las cifras y la posibilidad de responder de forma responsable a las dimensiones titánicas de la tragedia climática en curso, tal y como afirma la retórica habitual de las autoridades valencianas que hace defensa de una rápida “transición” hacia las fuentes renovables de energía.

 

Resulta inaudito y carente de mínima racionalidad que dichos objetivos no se acompañen de rotundas actuaciones para el impedimento, la contención y la reducción de la escala material y el crecimiento de la economía sucia y las actividades fosilísticas, que son fuertemente contaminantes y emisoras de gases de efecto invernadero GEI. A consecuencia de esta inconcebible negligencia la nueva estrategia valenciana, como las dos anteriores, carece de mínimo realismo y proporcionalidad, no podrá ser factible y está condenada al fracaso desde su inicio. Será papel mojado a la hora de reducir significativamente las actividades más causantes de las alteraciones climáticas. En respuesta a los múltiples retos de cambio necesariamente co-implicados, económicos, sociales e institucionales, que están bajo la competencias autonómicas de la Generalitat Valenciana, la estrategia climática 2020-2030 resulta insustancial, esquiva, errática, contradictoria, equívoca y engañosa. También resultará muy ineficaz por carecer de objetivos concretos vinculantes en las actuaciones que prevé, que sean mínimamente coherentes, ambiciosos, registrables, medibles y evaluables en su evolución y cumplimiento temporal.

 

En la Estrategia Valenciana de Cambio Climático y Energía 2020-2030 se da una inadecuación abismal ente las políticas de actuación previstas y las dimensiones objetivas de los fenómenos y problemas socioecológicos siguiendo las metas generales de “mitigación” y “adaptación”, que constituyen el eje de esta tercera estrategia climática valenciana.

 

La sociedad mundial tiene el reto de impulsar y acelerar la transición hacia una economía baja en carbono. Esta transición exigirá cambios en los comportamientos sociales y empresariales en todo el mundo con el compromiso de todo el espectro político. Con este fin, las administraciones públicas deben establecer estrategias y políticas que impulsen la economía hipocarbónica en todos los sectores a través de sistemas de gobernanza eficaces. Para avanzar, hacia un futuro basado en un bajo nivel de emisiones, es imprescindible el integrar el respeto al medio ambiente en todas la áreas de actividad y en todos los ámbitos de conocimiento actuales, así como mejorar las competencias  en materia de sostenibilidad y cambio climático en todos los sectores (p.8).

 

No puede haber realismo, ni coherencia, ni ajuste, ni viabilidad, si se da una aberrante distancia entre los objetivos explicitados de adaptación y mitigación y los medios y planes de actuación previstos en esta nueva estrategia climática. Resultan irrealizables los fines generales manifestados de “mitigación” de las emisiones de gases efecto invernadero GEI, enfocados a la reducción de tales emisiones a la atmósfera y a sus consecuencias en el sistema climático de la Tierra. También son incongruentes y escasamente creíbles los objetivos generales la “adaptación” coordinada y transversal llevados adelante mediante actuaciones parciales, incompetentes, incompatibles o contrarias a dichos objetivos generales. A pesar de que en la misma estrategia valenciana se parte de que dos tercios de las emisiones de gases a la atmósfera GEI tienen su origen en la producción y el consumo de energía, sin embargo en las actuaciones previstas solo se conciben cambios centrados en “la gestión adecuada de la misma” y no en la imperativa reducción de sus magnitudes y demanda global.

 


Desde hace décadas, las mejores informaciones científicas disponibles vienen advirtiendo de las crecientes alteraciones climáticas en curso y venideras, y de sus temibles consecuencias, causadas por múltiples procesos sociales retroalimentados que a menudo son reforzados por las políticas públicas productivistas y fosilísticas que los estimulan. Para poder mantener unas condiciones materiales y ecológicas de habitabilidad humana y de sostenibilidad es urgente la reducción radical de las emisiones de gases contaminantes de origen antropogénico sobre la atmósfera, que generan el consecuente sobrecalentamiento climático y la multiplicación encabalgada de tensiones y destrucciones ecológicas. Las crecientes emisiones tóxicas a la atmósfera de origen tecno-industrial y sus retroalimentaciones positivas constituyen un factor causal multiplicador de crisis y degradaciones ecológicas, globales, regionales y locales, generadas por la creciente esquilmación y contaminación de los recursos naturales de la Tierra. La sociedad y el territorio valenciano no son una excepción.

 

Muchos de los recursos naturales, renovables y no renovables en declive, están sometidos a unas tasas inflacionarias de presión entrópica degradadora de origen humano que es intensamente extractiva de recursos materiales de baja entropía y excretora de residuos y calor de alta entropía. Estas relaciones socionaturales instituidas dañan a menudo de forma irreversible los procesos naturales de bioregeneración y bioproductividad de la Tierra y de sus ecosistemas y territorios. Nuestra condición colectiva de translimitación o de superación de la capacidad de sustentación ecológica de las sociedades y grupos humanos en general, y de la sociedad valenciana en particular, nos empuja aceleradamente a unas condiciones traumáticas de creciente escasez, agotamiento, degradación y desaparición de recursos naturales vitales y de metabolismos bioproductivos de los ecosistemas globales y locales, afectando de lleno a todos los recursos naturales, a los renovables y a los no renovables.

 

Numerosos recursos naturales que son necesarios para el abastecimiento humano y las metas de supervivencia y de bienestar, humano y no humano, se encuentran en progresiva decadencia, causada por la imparable presión destructiva que reciben por parte de las sociedades humanas, a pesar de que estas no pueden sustituirlos ni crearlos. Dichos recursos materiales de la Tierra, radicalmente finitos y frágiles, están siendo degradados y esquilmados a marchas forzadas, a pesar de que gran parte de los mismos constituyen las fuentes biofísicas primarias y el sustento inevitable de toda riqueza, economía y prosperidad humana y no humana.

 

Esta tercera estrategia climática valenciana 2020-2030 evidencia un “negacionismo práctico” y una escasa o nula responsabilidad institucional y política sobre las múltiples realidades y problemas entrelazados (poblacionales, sociales, económicos, culturales, físicos, energéticos, biológicos y ecológicos) asociados a la desestabilización climática y a las causas humanas y afecciones socioecológícas de la mismas. Estas problemáticas están sobradamente constatadas mediante observaciones y datos empíricos abrumadores procedentes de informes científicos, han irrumpido para quedarse y hoy amenazan las aspiraciones de bienestar y prosperidad valencianas y del resto de países, territorios, ecosistemas y especies.

 

Contrariamente y en total contradicción con los fines y principios declarados de adaptación y mitigación frente a las alteraciones del sobrecalentamiento climático, la estrategia climática valenciana fortalece las dinámicas estructurales del crecimiento de los sectores económicos y las actividades de la economía fosilística climáticamente más contaminante. Renuncia con ello a las necesarias des-inversiones directas o indirectas de las políticas públicas en dichos sectores y en consecuencia empuja a la sociedad valenciana a penurias y un futuro atroz.


Es todo un contrasentido el que la nueva estrategia climática valenciana siga férreamente encajonada en deseables actuaciones no vinculantes, voluntaristas y guiadas por el mercado, el lucro y la constrictiva racionalidad economicista del coste/beneficio, a la hora de cumplir sus objetivos mediante ceñidos a tres ejes de actuación: las innovaciones técnicas de la eficiencia, el incremento de las energías renovables y la concienciación ambiental de la población. Con ello la estrategia climática pervierte los fines generales que declara al colocar las políticas públicas valencianas bajo las prioridades neoliberales del crecimiento económico en todos los sectores, que derivarán en mayores padecimientos climáticos y socioambientales. Para colmo este disparate lo realiza en nombre de la “emergencia climática”.

 

Sus propuestas de actuación de hecho constituyen un gran despilfarro de los limitados recursos públicos institucionales, siguen alimentando las dinámicas del crecimiento en los sectores y actividades más amenazantes y nocivos con el clima. La estrategia climática no pone limitaciones ni estorbos a la adicción al crecimiento material de tales sectores en la economía valenciana. Es continuista con las anteriores dos estrategias impulsadas por el gobierno valenciano en manos del Partido Popular (PP). Aunque los términos empleados de la “adaptación” y “mitigación” constituyen la columna vertebral de los principios y fines generales establecidos por la estrategia, en la concreción de sus objetivos y actuaciones se pone al servicio de favorecer realidades socioambientales contrarias a dichos principios y contraindicadas. Estos objetivos generales se apoyan disimuladamente en la continuidad expansiva de la escala material de la economía más contaminante y del consumo de bienes y servicios naturales de todo tipo. En consecuencia, las actuaciones de las políticas públicas valencianas perversamente se ponen al servicio de más desastres climáticos y ecológicos por favorecer activamente el aumento de la presión destructiva ecológica y climática sobre la Tierra en general, y sobre el territorio valenciano en particular (p.43).

 

La estrategia climática 2020-2030 no pretende forzar cambios reales, rápidos y en profundidad en la sociedad y economía valencianas, que estuvieran relativamente adaptados a las dimensiones y ritmos de los problemas climáticos. Sus techos máximos de aspiración se supeditan al “solucionismo tecnológico” y al mercado económico, optando con ello por las ineficaces pautas de ajuste ya presentes en las actuales tendencias productivistas del tejido económico, como son las relacionadas con los cambios introducidos por las innovaciones técnicas en eficiencia. Desde esta quimera tecno-optimista voluntarista, guiada por el empuje y las ataduras del negocio mercantil, solo se apuesta por simples ajustes tecnológicos parciales para alcanzar una mayor eficiencia en el consumo de recursos naturales, dejando intocable el aumento global del consumo de los recursos. Pero la historia muestra que a menudo las ganancias en eficiencia con un recurso se acompañan del efecto rebote de que solemos usar más cantidades de tal recurso, no menos.

 

Las metas puestas en estos superficiales y muy insuficientes ajustes técnicos de mejora en eficiencia desatienden la estructura económica valenciana y el gran protagonismo del sector servicios en la misma. El modelo y la estructura de la economía valenciana es especialmente extractivo de recursos, alto en emisiones de gases GEI, deslocalizado y globalizado en su modelo productivo. Esto implica que por cada unidad de crecimiento económico la economía valenciana genera altas dosis de emisiones de gases GEI contaminadores y desestabilizadores climáticos y ecológicos.


Los objetivos de la UE para 2021-2030 con respecto a 1990 son alcanzar al menos un 40% de reducción de las emisiones GEI, llegar al menos al 32% de cuota de las energías renovables EERR y al menos un 32,5% de mejora de la eficiencia energética. En consecuencia, esta próxima década han de hacerse transformaciones sociales y económicas de gran envergadura y trascendencia para compensar la inacción del pasado y la parálisis del presente, incluyendo la descarbonización de la energía y de  sectores como son la construcción, el transporte, el modelo agroalimentario, el consumo y los estilos de vida derrochadores de la cultura del “usar y tirar”. Los países europeos ni la Comunidad Valenciana no pueden esperar más tiempo a multiplicar sus acciones, han de comenzar a actuar ya en cada país, cada región, en cada negocio y actividad, si no se hace esto antes del 2030 se habrá agotado toda oportunidad de limitar el calentamiento a 1,5 grados este siglo. Hasta el mismo Acuerdo de Paris del 2015 ya reconocía que los planes de recortes de las emisiones de gases GEI de casi 200 países eran insuficientes para el cumplimiento del objetivo marcado de que el aumento de temperatura a final del siglo XXI quede muy por debajo de los 2º C de media respecto a los niveles preindustriales.

 

El décimo informe anual del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) o la “ONU Medio Ambiente” sobre la “disparidad de las emisiones”, se dio a conocer unos días antes del inicio de la 25 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas el Climático (COP25 o Cumbre del Clima) celebrada en Madrid del 2 al 13 de diciembre de 2019. Este último Informe de Emisiones del 2019 del PNUMA advierte que aunque se cumplieran todos los compromisos alcanzados en Paris en diciembre del 2015, las temperaturas se incrementarían este siglo al menos 3,2 grados, con impactos climáticos más extensos y destructivos, más del doble del objetivo de 1,5 grados fijado por el Acuerdo de Paris. El Informe estima que es necesario actuar urgentemente y de forma contundente para recortar las emisiones de CO2 un 7,6 % anual entre 2020 y 2030,  y cuestiona que las emisiones de gases GEI hayan aumentado esta década un 1,5 % cada año y que no hayan comenzado su reducción en el 2010, estos retrasos exigen acometer unas mayores reducciones anuales para poder cumplir los objetivos comprometidos para el 2030.

 

Desatendiendo estas recomendaciones, la estrategia climática valenciana renuncia a la oportunidad de liderar con respuestas ambiciosas las transformaciones necesarias en el ámbito europeo. A pesar de que el territorio valenciano es muy vulnerable ante los cambios en los procesos físicos, biológicos y ecológicos asociados al sobrecalentamiento climático, la nueva estrategia climática tan solo se conforma con cumplir con el mínimo común denominador más bajo de la ya muy débil e insuficiente legalidad europea, que además a menudo está lejos de ser cumplida por parte de los Estados miembros y los gobiernos regionales, como ocurre en el caso de España y de la Comunidad Valenciana.

 

La estrategia climática valenciana se lava las manos ante las realidades y ámbitos de legalidad y gobernanza que no tiene competencias legales directas, a pesar de que los consejeros autonómicos valencianos participan en órganos de coordinación a nivel estatal que conocen y revisan las propuestas legislativas europeas, y pueden jugar un papel determinante a la hora de que el Gobierno adopte unas u otras tomas de posición ante cuestiones tratadas por el Consejo Europeo, que reúne a los Ministros de los estados miembros. A pesar de que la Generalitat Valenciana tiene canales institucionales importantes para influir en las posiciones estatales e incluso europeas, la estrategia climática silencia estos ámbitos de posible actuación y no establece ningún plan ni aspiración sobre los mismos. La estrategia climática valenciana esquiva la posibilidad de ejercer un peso y capacidad de influencia política sobre las competencias estatales que pueden incidir directamente en el territorio y los sistemas naturales valencianos, como son las referidas a las políticas, planes, proyectos y concesiones a la explotación económica privada que inciden sobre costas, puertos, transporte, energía, cuencas hidrográficas y ríos, minas.

 

Muy contrariamente a esta gran debilidad manifiesta de la estrategia climática valenciana, las reivindicaciones de otras fuerzas políticas europeas, como son las del Grupo Verde del Parlamento Europeo, están por que la Unión Europea (UE) amplíe sus compromisos con metas de reducción de emisiones de gases efecto invernadero GEI en al menos un 65% respecto a 1990, acabando de inmediato con toda la financiación directa o indirecta para los combustibles fósiles en el marco financiero multianual de la UE (MFF), como son ayudas a las infraestructuras del gas, y como es reformar la PAC (Política Agraria Comunitaria) retirando las subvenciones a la ganadería industrial y a otras actividades agrícolas intensivas en consumo de combustibles fósiles y en tratamientos agrotóxicos, como son los pesticidas que esquilman la biodiversidad, además de imponer fiscalidades fuertes a la aviación, a los buques de contenedores, a los cruceros y otras actividades contaminantes.

 

La estrategia climática valenciana también huye de hacer referencia alguna sobre las emisiones a la atmósfera de gases GEI que exporta a otros países y territorios, no contabiliza las emisiones de CO2 del consumo y la producción deslocalizada en la economía globalizada y no plantea medidas para reducir estas emisiones que externaliza del registro y la contabilidad. La estrategia no reconoce ni cataloga la exportación de CO2 de la economía valenciana. Sin embrago, ante la emergencia climática, las cifras que importan son las globales, no solo las nacionales o las regionales, por ello conviene delimitar la contribución valenciana real a estas cifras globales, debido en gran parte al comercio internacional y a las exportaciones.

 

En definitiva, son muy aguadas las aspiraciones y compromisos que guían toda la estrategia climática valenciana por renunciar a establecer limitaciones y prohibiciones estrictas, que pudieran obstaculizar el crecimiento global de los volúmenes físicos del consumo de recursos materiales y de emisiones a la atmósfera de gases efecto invernadero GEI asociados a las dinámicas de la economía globalizada, al comercio nacional e internacional.

 

A pesar de todas estas graves deficiencias, sin embargo llama mucho la atención que el texto de la estrategia climática movilice un relato discursivo “ecologizante” con conceptos muy retóricos, cínicos y socialmente manipuladores, que quieren camuflar las muchas inconsistencias, imposibilidades y direcciones prohibidas escondidas bajo los objetivos generales y abstractos de “mitigación”, “adaptación” e “investigación, sensibilización y cooperación”(p.38). Estos lenguajes se ponen al servicio de la parálisis y la confusión social por no acompañarse de actuaciones contundentes en el presente sobre la economía climáticamente más tóxica. Mediante las fábulas de la “eficiencia”, la “descarbonización” o los “coches eléctricos”, la estrategia valenciana disfraza su apuesta por seguir incentivando sin obstáculos el crecimiento de las actividades más nocivas con el clima y los ecosistemas.

 

La marginalidad y escasa relevancia política de la estrategia climática valenciana inmola oportunidades y medios de todo tipo, que hoy son necesarios y más urgentes para la reducción y el establecimiento de limitaciones estrictas sobre las actividades más lesivas con el sistema climático de la Tierra, sus dinámicas y componentes. La estrategia valenciana posterga a un futuro incierto e indeterminado estas actuaciones de gobernanza política e institucional y de movilización social. La debilidad, superficialidad e insignificancia de las medidas que prevé, sin compromisos concretos de cambio que puedan evaluarse en su cumplimiento temporal, renuncia a que las transformaciones económicas y sociales se adecuen a los compromisos adquiridos en la Cumbre del Clima de Paris del 2015 y a la colosal envergadura de los daños climáticos, cuya intrusión ha llegado para quedarse.

 


A continuación se aporta un breve argumentario con 20 valoraciones de los ejes de actuación previstos en la “Estrategia Valenciana de Cambio Climático y Energía 2020-2030”

 

1. La prioridad del crecimiento de la economía material más contaminante

La prioridad absoluta de la estrategia climática valenciana sigue siendo el crecimiento económico a toda costa de cualquier sector de actividad y la competitividad en el mercado. La estrategia parece olvidar los motivos declarados que centralmente las impulsan: adaptación y mitigación contra el colapso climático en curso.

Su enfoque es fuertemente economicista, productivista, antropocéntrico, mecanicista y reduccionista. La estrategia climática valenciana subestima drásticamente los factores causales, externaliza de la percepción, registro y contabilidad de muchos de los daños climáticos, biofísicos y ecológicos que comprometen e hipotecan en el presente y futuro a la sociedad valenciana, a su economía, florecimiento y prosperidad. Utiliza estratagemas de reduccionismo metodológico y trampas contables para disfrazar su inadecuación fundamental con los objetivos climáticos que declara y con la amplitud de las afecciones climáticas y ecológicas.

Resulta inconcebible su fanática e intransigente evitación de cualquier tipo de restricciones, límites, prohibiciones vinculantes y des-inversiones públicas, en los sectores climáticamente y ecológicamente más contaminantes de la economía valenciana.

 

2. La ineficacia climática de los ajustes tecnológicos a favor de la eficiencia

 

La centralidad del enfoque economicista y su estrecha racionalidad coste/beneficio es causa central de muchas de las destrucciones climáticas y ecológicas, por ello no puede en ningún caso ser la estrategia principal para afrontarlos.

 

La estrategia climática valenciana establece unos techos infinitamente bajos en sus políticas de actuación al renunciar a regulaciones restrictivas de las actividades económicas de mayor huella destructiva, y en sustitución de ello da prioridad a las innovaciones técnicas en mayor eficiencia y a un modelo liberal de educación ambiental y sensibilización social que fomente cambios voluntarios e individualizados en los hábitos de consumo y las actividades de producción.

 

Los estudios e investigaciones que la estrategia promueve para el diagnóstico y los cambios basados en la eficiencia técnica y la sustitución de tecnologías bajo el empuje de los intereses comerciales y las  ganancias económicas, a su vez están asociados al crecimiento imparable de la tarta de la oferta y consumo de recursos materiales de todo tipo. Esta insuficiente e ineficaz orientación hacia la eficiencia, el ahorro y las “buenas prácticas” voluntarias, no regulatorias ni impositivas, no pone en cuestión la escala y los volúmenes materiales, ni los intereses del lucro y el negocio económico que motivan dichas innovaciones.

 

Las “soluciones” centradas en las innovaciones en eficiencia suelen acompañarse del efecto rebote de incremento global de los recursos consumidos, algo que desde el inicio de su historia caracteriza a la economía capitalista por favorecer la obtención de mayores plusvalías y ganancias económicas. Los cambios solo centrados en la eficiencia no necesariamente inciden en la reducción de los volúmenes del consumo de recursos naturales y de la huella destructiva climática y ecológica, sino que pueden favorecer todo lo contrario. Es decir pueden favorecer la espiral suicida del aumento del consumo global de recursos y de la huella ecológica destructiva, tal y como señala la paradoja de Jevons desde el pensamiento económico.

 

Las “soluciones” tecnológicas solo puestas en la eficiencia aplicadas a la extracción, la producción, la distribución, el consumo y el tratamiento de residuos, paradójicamente suelen acompañarse de efectos opuestos muy contraproducentes que contrarrestan con creces los ahorros conseguidos: el incremento del consumo de recursos naturales y de la oferta y demanda de mercancías, multiplicando con todo ello la huella destructiva sobre el clima, los ecosistemas, la biodiversidad y el territorio.

 

3. Indiferencia y negacionismo ante el incremento de la escala física de actividades contaminantes

La estrategia climática valenciana se desentiende radicalmente de la necesidad de cambios estructurales urgentes que estén dirigidos a reducir significativamente la escala material y la huella destructiva de sectores, actividades y proyectos que inciden directamente en el aumento de emisiones tóxicas a la atmósfera y cronifican los desastres climáticos y ecológicos. Están ausentes las medidas reguladoras coercitivas, vinculantes y de des-inversión económica de las políticas públicas a favor de la suficiencia, la equidad y redistribución social y el buen vivir, que busquen el freno de proyectos intensivos en daños y riesgos socioecológicos para la atmósfera, el clima, los sistemas naturales, la biodiversidad, la salud, el bienestar humano y el futuro.

Los contenidos de la estrategia climática se caracterizan por la negligente ausencia de regulaciones vinculantes y obligatorias para la reducción del volúmenes totales de las actividades ecocidas, anticlima y ecológicamente más destructivas. El que no se establezcan objetivos concretos vinculantes y temporales en su cumplimiento para la reducción de las actividades con intensivos y crecientes daños climáticos y ecológicos, está en franca contradicción con los fines generales declarados en el texto de la estrategia climática.

Por ejemplo, ante las actividades del actual modelo de transporte de mercancías y pasajeros, un plan mínimamente acoplado a sus enormes consecuencias de desastre ecológico y climático, habría de comportar la reducción significativa de la escala y el número de vehículos con motores de combustión que emplean combustibles fósiles emisores de gases tóxicos insalubres de efecto climático invernadero. Sin embargo la estrategia climática no integra actuaciones concretas de menor circulación de vehículos, que pongan el acento en las metas ambiciosas de menos coches, menos cruceros, menos aviones, menos camiones y menos buques de contenedores. La estrategia climática no apuesta por des-inversiones ni por medidas fiscales y políticas penalizadoras, que prohíban, desincentiven, restrinjan y pongan limitaciones o frenos a dichas actividades y a las  viejas y nuevas infraestructuras y maquinarias fosilísticas del transporte.

Otro ejemplo similar se da con la carencia absoluta de medidas y des-inversiones para la reducción de las actividades, las tecnologías y la economía anticlimática implicada en el actual modelo agroalimentario y la agricultura y ganadería. Resulta inadmisible que la estrategia valenciana de cambio climático se desentienda radicalmente de establecer medidas concretas con objetivos vinculantes, para la reducción radical del uso de productos industriales agroquímicos “fitosanitarios” y de fertilizantes minerales de origen extractivo e industrial, que son masivamente utilizados en la producción agrícola convencional valenciana. La estrategia climática no establece metas para la reducción significativa de estos agrotóxicos hijos de los laboratorios industriales en la agricultura valenciana, que contaminan, dañan y esquilman el territorio, los ecosistemas, las aguas superficiales y subterráneas, los ecosistemas marinos, las tierras fértiles, el aire, los cultivos, la biodiversidad, los alimentos y la salud humana. Los tratamientos agrotóxicos de la agricultura químico intensiva convencional incorporan una tremenda huella ambiental destructiva en su historia de trazabilidad, con larguísimas trayectorias de movilidad lineal que tienen altos consumos de materiales y energía fósil y las muchas excreciones de residuos y contaminaciones de todo tipo.

A esta indiferencia ecológica de la estrategia valenciana de cambio climático ante los daños y riesgos socioambientales implicados en los tratamientos agrícolas de origen industrial, como son los pesticidas, herbicidas, plaguicidas, fertilizantes sintéticos, también se suma la desatención que recibe la creciente demanda de agua para regadíos y las transformaciones del secano a regadío, favorecidas históricamente por las políticas agrarias valencianas.

Resulta incomprensible y muy contraproducente que la estrategia valenciana de cambio climático no quiera asumir las imperiosas necesidades de adaptación flexible a las actuales y venideras condiciones climáticas de baja pluviosidad en el territorio valenciano. Las políticas agrícolas valencianas actuales reman en dirección contraria, no solo no intervienen en el factor central del crecimiento de la demanda de agua para regadíos sino que favorecen las reconversiones en regadío incluso en nombre de la “sostenibilidad”. Mediante la implantación de técnicas de “ahorro” y “eficiencia” en riegos las políticas agrarias valencianas paradójicamente vienen impulsando el incremento de los regadíos y de la demanda de más agua, aumentando con todo ello la presión y sobreexplotación ambientalmente esquilmadora y degradadora sobre las cuencas naturales hidrográficas, como son las de los ríos Turia, Segura y Júcar.

En suma, en la estrategia valenciana de cambio climático brillan por su ausencia las metas de cambio que incidan estructuralmente en el actual modelo agrícola. Se continúa con las políticas agrarias de irresponsable derroche en el consumo de un recurso tan vital y escaso como es el agua por parte de la agricultura convencional y el regadío valencianos. Estas inauditas ausencias fortalecen la continuidad de las actuales políticas públicas agrícolas en sus aspectos más biocidas e insalubres. Estas políticas carecen de porvenir y viabilidad futura por estar casi exclusivamente guiadas por los intereses economicistas del incremento de la competitividad, la productividad y las rentabilidades del sector y de los productores económicos de la agricultura valenciana, en mercados globales de exportación y en el mercado interior. No aparece en el texto de la estrategia climática 2020-2030 ni una palabra, ni una descripción, y mucho menos unas metas concretas evaluables en su cumplimiento, que afronten la imperativa reducción de los regadíos y de la demanda de agua en la agricultura valenciana.

Algo muy parecido ocurre cuando se trata del sector económico de producción de carne para alimento humano. No se plantean las metas climáticas y ecológicas de una reducción sustancial de la producción y el consumo de carne industrial ni de los cultivos para pienso animal. Los objetivos declarados simplemente ignoran la problemática de las emisiones directas a la atmósfera causada por la ganadería y los daños climáticos, ecológicos y de salud generados por este modelo agroalimentario de producción de carne para el consumo humano.

Es muy semejante lo que ocurre con las políticas de actuación territorial. Una estrategia creíble y relativamente eficaz ante la emergencia climática habría de establecer des-inversiones y unas limitaciones nítidas al consumo y las actividades que comportan fuertes demandas de materiales minerales extractivos, no basta con las “buenas prácticas” voluntaristas de ahorro, eficiencia, reutilización y reciclado. Pero nada de esto se contempla en la estrategia climática, a pesar de las abultadas cifras valencianas en el consumo de cemento y de la masiva ocupación del suelo por edificaciones e infraestructuras de todo tipo.

Tampoco reciben atención los nuevos proyectos de infraestructuras, como por ejemplo es la ampliación del Puerto de Valencia. Los nuevos proyectos de reforma y ampliación de aeropuertos, autovías y carreteras, alojamientos turísticos y hoteles, de grandes centros comerciales, implican dramáticas pérdidas de bienes y servicios naturales, ecosistemas, espacios naturales y tierras fértiles, que a su vez constituyen retroalimentaciones negativas sobre los metabolismos climáticos.


La estrategia valenciana tampoco establece medidas legales de fiscalidad, contratación pública ni prohibiciones para reducir sustancialmente en origen los volúmenes de la producción de residuos, como por ejemplo son los plásticos y embalajes de alto impacto energético y ambiental.

 

4. La asignatura pendiente de la conservación y protección de la biodiversidad y los ecosistemas

La estrategia climática valenciana se desentiende radicalmente del importante papel que tienen nuestras relaciones con otros seres no humanos, animales y vegetales, a la hora de enfrentarnos con un relativo éxito a la tragedia climática y ecológica.

Contrariamente, son prioritarias las acciones de conservación y protección ambiental de ríos, bosques de ribera, zonas húmedas, montañas y zonas forestales, playas, litoral, ecosistemas terrestres y marinos, que son guardianes de la biodiversidad y sumideros naturales de los gases efecto invernadero. Sin embargo estos refugios naturales padecen los crecientes impactos humanos de contaminación y destrucción, causados por las retroalimentaciones de las malas prácticas, la sobreexplotación, las edificaciones e infraestructuras físicas de todo tipo, la agricultura químico intensiva convencional, la minería, etc. Estas perturbaciones inciden en la creciente degradación y pérdida de la calidad de tierras, aguas y aire, y en la consecuente reducción y desaparición de la flora y fauna terrestre y acuática, que afecta de lleno a especies de invertebrados, insectos, anfibios, aves, peces, reptiles y mamíferos.

Cualquier estrategia valenciana de cambio climático que quiera ser mínimamente efectiva tendría que tomar en serio la acelerada pérdida de biodiversidad y de ecosistemas valiosos en el territorio, mediante una significativa ampliación de los espacios naturales que reciben una especial protección legal y recursos para su cuidado y recuperación.

Se hace necesario y urgente el freno y retroceso urbanizador en el territorio valenciano, mediante una política de des-inversiones urbanizadoras y una paralela resilvestración, que además afronten la prohibición tajante de más urbanizaciones e infraestructuras en el litoral y en otras zonas que son habitats y refugio de una valiosa y singular biodiversidad.

También resulta indispensable la prohibición del uso de agrotoxicos “fitosanitarios” de la agricultura químico intensiva convencional, que no solo es gran consumidora de aguas y de energía fósil, también de especies y biodiversidad. Los habitats de valor ambiental y protegidos han de estar libres de agrotóxicos, al igual que los entornos humanos, urbanos y rurales. Por ejemplo, es alarmante lo que viene ocurriendo con el herbicida glifosato, que a pesar de ser un biocida de efectos indiscriminados muy peligrosos es comúnmente utilizado en “limpiezas” de “malas hierbas” en jardines, campos agrícolas o carreteras.

Siguiendo los diagnósticos y las recomendaciones de numerosos informes científicos, es urgente un plan de choque que se dote de los medios y recursos efectivos para la ampliación de las protecciones y la recuperación de los parajes naturales de valor ecológico y de los ecosistemas que ya reciben reconocimiento y protección legal en el territorio valenciano. Han de frenarse con urgencia los vertidos tóxicos en ecosistemas valiosos y en espacios naturales legalmente protegidos, como ocurre en el caso emblemático del Parque Natural de la Albufera de Valencia, que padece un crónico abandono por parte de las políticas públicas valencianas. A los muchos males ambientales asociados a la fuerte presión antropogénica metropolitana, en la Albufera se agrega la presión de los vertidos urbanos, agrícolas e industriales que directamente recibe con insuficiente o nula depuración. A estos afecciones ambientales sobre la Albufera de Valencia se suma la insuficiencia de aportes de agua dulce y la consecuente perdida de la calidad de sus aguas, todo ello en su conjunto tiene multiplicativos efectos dramáticos en su única y singular biodiversidad.

5. Indiferencia y negación de la percepción y preocupación social ante los problemas ecológicos y climáticos

Toda la estrategia valenciana de cambio climático se asienta sobre una premisa indocumentada, absolutamente falsa y carente de todo respaldo empírico, sobre la percepción social de los problemas climáticos y ecológicos (p.23). Resulta muy escandaloso y tendencioso el hecho de que todo el texto de la estrategia se apoye en el falso supuesto sobre la “escasa” o “nula” percepción social sobre los problemas ecológicos y climáticos.

Resulta errónea o malintencionada la idea de que el cambio climático no es percibido por la sociedad valenciana como un problema preocupante, urgente y prioritario. Este supuesto de partida, que es eje legitimador de todo el borrador de la estrategia climática valenciana, contradice los conocimientos sociales acumulados desde hace más de tres décadas por el pensamiento científico social más solvente, como es el proveniente del cuerpo de conocimientos académicos e investigadores de la sociología ecológica.

Resulta evidente que la misma estrategia valenciana de cambio climático quiere buscar coartadas pseudo-científicas mediante la supuesta “indiferencia o escasa concienciación” ambiental presente en las opiniones y mentalidades ciudadanas, para poder justificar la continuidad de las actuales políticas autonómicas de gobierno, orientadas como están por las prioridades del crecimiento económico-material y la competitividad comercial. Contrariamente a este activo negacionismo institucional, los daños climáticos y ecológicos desde hace décadas son entendidos como graves o muy graves y son asunto de preocupación social, tal y como confirman numerosos estudios científicos-sociales de opinión realizados desde diferentes perspectivas metodológicas en la sociedad valenciana y en el resto de regiones y países. Se afirma en el texto borrador (p.21):

“En ella se dibuja un panorama en el que la sociedad en general, vislumbra el problema como lejano, tanto en el tiempo como en el espacio, mantiene un comportamiento como si el problema del cambio climático no existiese y confía en que la solución al problema pase exclusivamente por soluciones tecnocientíficas. En lo que respecta al plano individual, de estos estudios se infiere, que la ciudadanía percibe el cambio climático como un tema que no es ni prioritario ni relevante.”


Sin embargo, los resultados comparados de las encuestas y estudios de opinión, cualitativos y cuantitativos, realizados en los diferentes los países vienen estableciendo el mismo diagnóstico: la gran preocupación social existente y la valoración de gravedad de los mismos. Además, estas opiniones se distribuyen transversalmente en la población, es decir no se acumulan en ningún sector de actividad, colectivo o grupo específico. También afectan muy similarmente a países desarrollados del Norte Global y a los menos desarrollados del Sur Global, sin grandes diferencias significativas. Se puede decir que la preocupación social y la gravedad percibida es inter-clasista, inter-ideológica, inter-género, inter-cultural, inter-étnica, ...

Esta preocupación masivamente extendida pone en valor las necesidades y urgencias de protección y cuidado de las realidades socioambientales dañadas y amenazadas que denominamos naturaleza, especies, ecosistemas … Estas creencias a favor de los valores ecológicos, cuando el bien, la actividad o el problema ambiental no afecte directamente a los propios intereses particulares, vienen siendo registradas una y otra vez por los dispositivos de indagación científico-social, y adoptan diferentes grados de intensidad dependiendo de la realidad y problemática concreta y de los costes y sacrificios en juego. Estas amplias adhesiones a los valores ambientales que se han venido a denominar consenso ambiental, abren la posibilidad de acciones y políticas públicas más contundentes que avancen en soluciones eficaces en la protección, conservación y restauración ecológicas. Se trata por tanto de creencias y valores muy difundidos a favor de acciones decididas frente a los desastres climáticos y ecológicos cada vez más presentes y percibidos, que incluso se ponen por delante de las metas declaradas a favor del crecimiento económico.

La sociología con fundamentos ecológicos ha desarrollado un cuerpo de conocimientos de gran consenso académico y muy fundado en datos empíricos comparativos desde hace 30 años. Se constata una y otra vez la existencia de muy amplias mayorías sociales con percepciones y creencias pro-ecológicas, sin diferencias significativas en relación a variables estructurales de desigualdad, como son el sexo, la clase económica, los estudios, las ideologías políticas, la profesión, las diferencias étnicas, territoriales, de desarrollo, etc. Esta amplia preocupación social que es objeto de reflexión y análisis en numerosos estudios científicos y divulgativos, también se expresa diariamente en los titulares y las noticias sobre los accidentes y las catástrofes ecológicas que se registran y divulgan en los medios de comunicación de masas. Este cuerpo de conocimientos especializados hoy se viene transmitiendo en las distintas Universidades españolas y valencianas, está presente en planes de estudio de Grados, Másters, cursos y seminarios, mediante los que se forman y entrenan a los estudiantes en estos conocimientos científicos socioecológicos.

La gente declara estar preocupada o muy preocupada por concebir como graves o muy graves las problemáticas ambientales, y quieren soluciones eficaces al respecto, aunque no sepan bien cuales han de ser las mismas, ni quienes han de ser los actores sociales que han de encargarse de ello. Las informaciones científicas más solventes apuntan a que las percepciones sociales sobre la gravedad de los problemas ecológicos y las preocupaciones sobre los mismos por parte de la población en general, y la valenciana en particular, van muy por delante de los discursos y de las tímidas políticas públicas ambientales.

En definitiva, el cambio cultural de mentalidades que se expresa en opiniones y creencias rastreadas por el conocimiento científico-social es radicalmente antagónico con los supuestos centrales que organizan el conjunto de políticas públicas y acciones previstas en la estrategia valenciana de cambio climático.

6. Inacción institucional y la culpabilización de la ciudadanía

La culpabilización ciudadana es la otra cara del falso supuesto de la escasa o nula sensibilización social en relación a los problemas ecológicos y climáticos. Pero ocurre que esta supuesta indiferencia ecológica en la conciencia ciudadana es activamente alimentada por parte de las políticas públicas, a modo de profecía autocumplidora. Las prioridades neoliberales de crecimiento de la economía material asumidas por las políticas públicas valenciana colocan a la ciudadanía en una posición de rehén y obstaculizan las iniciativas ciudadanas de responsabilidad ecológica, individuales o colectivas. Esta radical inadecuación de las instituciones y las políticas públicas invita activamente a la inacción y al pasotismo ciudadano a la hora de afrontar cambios individuales y colectivos que hagan las paces con el planeta y el clima.

Culpar a la ciudadanía por su supuesto “rechazo” a posibles políticas ecológicas más ambiciosas, realistas y responsables debido a que no está suficientemente preocupada ni concienciada, resulta infundado, deshonesto y manipulador. La gran debilidad de los comportamientos sociales responsables frente los dramas ecológicos y climáticos no responde exclusivamente a los factores culturales de falta de sensibilización, también es efecto de las imposibilidades que encuentra la ciudadanía para poder llevar a la práctica las opciones pro-ecológicas alternativas. Este bloqueo ejercido por parte de las instituciones y políticas públicas de todo tipo a menudo imposibilita estas prácticas. Las explicaciones incongruentes que cargan sobre la gente la responsabilidad de los escasos cambios en valores y comportamientos, se utilizan como argumento legitimador de la fuerte orientación culturalista, pedagogizante, concienciadora, individualista y voluntarista de la estrategia climática valenciana.

Pero conviene no olvidar que un factor determinante de la pasividad en los frágiles comportamientos pro-ambientales de la ciudadanía valenciana, individuales y colectivos, está en las propias instituciones públicas y sus políticas, que impiden, dificultan o castigan los cambios de actitud a favor de responsabilidad ecológica y climática. Esta indiferencia ecológica institucional impide y hace imposible los cambios sociales a favor de unos estilos de vida y hábitos de consumo ambientalmente menos agresivos y con menor huella ambiental destructiva. La ciudadanía está sometida a la fuerte presión de unas políticas públicas y unos discursos y valores que entronan continuadamente las prioridades del crecimiento económico y el desarrollo sin final, que al unísono es concebido como incuestionable, imparable y sin alternativas por parte de los actores económicos y las grandes empresas.

Se trata por tanto de un negacionismo instituido a la hora de decir la verdad y de acometer mediante las políticas públicas los cambios imprescindibles en comportamientos prácticos individuales y colectivos. En este sentido se puede decir que la población está institucionalmente forzada a mantener unos agresivos estilos de vida con alto grado de destrucción ambiental, tal y como se expresa en la aparente paradoja de que sectores sociales con menos rentas económicas o mileuristas, consumen aproximadamente 2,3 planetas y no están demasiado alejados de 2,7 planetas que consumen las clases medias altas. La razón de este aparente contrasentido refiere al gran daño ambiental incorporado en la oferta de los servicios, infraestructuras y bienes materiales que son ofertados por parte del Estado y organizan centralmente nuestras sociedades. Ni la población valenciana, ni la ciudadanía en general, pueden “reaccionar” con relativo realismo y responsabilidad a favor de la autocontención en el consumo de recursos ecológicos y energéticos en los comportamientos más derrochadores, porque los valores antagónicos del crecimiento inacabable constituyen las pautas y valores culturales dominantes reproducidas activamente por las políticas públicas, la legislación y los imperativos económicos y laborales.

Los valores y comportamientos a favor de más destrucción ecológica y climática son activamente defendidos y difundidos machaconamente por los principales poderes y actores políticos instituidos, por las políticas públicas de cualquier tinte ideológico-político, de izquierdas y de derechas, por los actores económicos, todos al unísono siguen priorizando los anacrónicos y peligrosos valores del crecimiento material inacabable, el tecno-optimismo y el consumismo ilimitado. Este negacionismo instituido, político, económico, cultural y práctico, está muy por detrás de la percepción ciudadana sobre el colapso climático y ecológico en curso.

Los objetivos vertebradores de la estrategia valenciana de cambio climático son paternalistas por centrarse en educar, concienciar, informar y formar a una población supuestamente indiferente o escasamente concienciada, para que comprenda y haga propios los problemas ecológicos y climáticos, y para que finalmente “reaccione” de forma individual, voluntaria y responsable. En definitiva, estas metas culturales de educación y concienciación social reflejan en todo caso una mala fe o una gran ignorancia e incomprensión sobre los cambios culturales y mentales que se están produciendo desde hace décadas.

7. Indicadores reduccionistas e insuficientes
que subestiman las emisiones y los daños climáticos

La inmensa mayoría de los indicadores presentados en la estrategia valenciana de cambio climático se orientan a la medida del aumento de la eficiencia energética y, en parte, ecológica, por cada unidad de producción, por cada vehículo, por cada hectárea, etc. Pero apenas hay indicadores ni objetivos evaluables, para poder registrar y establecer limitaciones claras sobre los volúmenes totales del consumo de recursos naturales.

Los indicadores empleados se centran casi exclusivamente en las emisiones de CO2, al tiempo se presta muy poca o ninguna atención a las emisiones tóxicas que se incorporan a los múltiples acoplamientos sinérgicos y metabolismos asociados al sobrecalentamiento climático, como por ejemplo es el metano que procede de la quema industrial de gas. De hecho, resulta inconcebible que la estrategia climática valenciana 2020-2030 incluso apueste explícitamente por fomentar las políticas anti-ecológicas y anti-climáticas de aumento de la quema de este combustible fósil en el periodo 2020-2030. Tampoco se plantean soluciones al grave problema del ozono O3 troposférico, que afecta muy gravemente a las comarcas del interior, a pesar de que las causas en su origen está en las zonas urbanas e industrializadas: en la quema de combustibles fósiles de chimeneas industriales y tubos de escape.

 


 

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22 septembre 2019 7 22 /09 /septembre /2019 21:25
 La orfandad política de la emergencia climática

La creciente preocupación ciudadana por la crisis climática y ecológica no tiene el respaldo político de los principales partidos españoles. Más allá de unas retóricas y genéricas afirmaciones de preocupación y de compromisos a largo plazo, en la práctica la política española da la espalda a la emergencia climática, encerrándola en un contenedor sectorial marginal, fuera de las prioridades políticas y los grandes asuntos “de estado”. El campo político e institucional despacha este molesto asunto con declaraciones de principios abstractos y el “marketing verde” de turno que lo ve simplemente como oportunidades de negocio y creación de empleo “de calidad”. Con una gran fe en la idolatría tecnológica confían en evitar la catástrofe ecológica con algunos inventos milagrosos mientras ignoran, o incluso jalean con sus políticas económicas el incesante crecimiento de la escala global de los volúmenes totales de materiales y emisiones tóxicas en vertidos y residuos de todo tipo. En los debates políticos televisados ninguna opción política prioriza la defensa de la vida frente al crecimiento y el consumismo. Esta orfandad política de la emergencia climática es casi total y supera por creces la supuesta débil “conciencia ambiental” española.

 

Más que nunca hace falta una fuerza política autónoma ecologista, independiente de la izquierda neo-comunista y de los nacionalistas, que ponga en el centro de su quehacer unas ambiciosas propuestas concretas para la urgente transformación ecológica y la defensa de la justicia social dentro de los límites planetarios locales y globales. Se urge romper “el techo de cristal” ecologista del “realismo” político dominante que trivializa la defensa del mundo biofísico que es el sustento de nuestras sociedades.

 

Las superficiales, ambiguas e incoherentes propuestas de gobierno presentadas recientemente por el PSOE y Podemos se encuentran a años luz de dar respuestas responsables y realistas ante los retos de la emergencia climática. Incluso, en muchos aspectos concretos, se encuentran por detrás de las modestas e insuficientes medidas ambientales de muchos de los actuales grandes partidos y gobiernos europeos de distintos colores políticos. Ni siquiera toman en serio la urgencia de abordar las múltiples crisis de salud ambiental del aire urbano, la calidad del agua y de las sustancias tóxicas. Mientras la parte estrictamente social y económica de sus programas está llena de medidas legales con cifras concretas para esta misma legislatura no hay nada comparable en el campo ambiental.

 

El terrible colapso climático en curso exige medidas políticas urgentes, transversales y de gran envergadura, que cuestionan las premisas imperantes de crecimiento material ilimitado y la expansión consumista en un planeta finito. Pero nada de esto se ve en los últimos programas presentados por la izquierda española salvo algunas vagas proclamas retoricas de buenas intenciones para un futuro indeterminado, sin leyes claras ni regulaciones desarrolladas, sin presupuestos definidos, sin compromisos vinculantes para esta legislatura. En torno a este negacionismo práctico está unida el conjunto de la clase política y los gestores públicos, en lo que es un férreo consenso entre las izquierdas y las derechas de cualquier tonalidad ideológica. No cuestionan y incluso animan el creciente número de turistas, las ventas de coches(o cualquier articulo de consumo) e ampliaciones infraestructuras viarias, la producción y consumo de carne industrial y el aumento del comercio internacional de cualquier parte del mundo, sean los que sean sus costes climáticos y ecológicos, que sistemáticamente son externalizados de la percepción, el registro y la contabilidad de las cifras.

 

Donde ha gobernado la izquierda en autonomías y ayuntamientos no se han plasmado ninguna política climática de gran envergadura. La defensa de una naturaleza menguante y enferma siempre queda postergada frente al crecimiento económico y cualquier demanda social o económica. Las medidas puestas en marcha para el tráfico, los residuos o la energía han sido prácticamente anecdóticas comparadas con los desafíos colosales a que nos enfrentamos.

 

Son anacrónicos, irreales y erráticos los programas energéticos “progresistas” de los partidos de izquierda española(y la derecha). Carecen de cualquier estrategia mínimamente eficaz y creíble por desechar cualquier compromiso concreto en el presente, que para esta misma legislatura pusiera obstáculos a la noria expansiva del crecimiento económico de ciertas actividades bajo el imperativo de una imprescindible reducción radical de nuestra huella ecológica destructiva asociada al consumo de combustibles fósiles del petróleo, gas y carbón. Solo dan soluciones aplazadas a un futuro alejado e incierto alejado de las responsabilidades con el presente y el aquí y ahora. Prometen un futuro eléctrico “renovable” sin cuestionar la dinámica inercial crecentista de la escala material de la economía y las sociedades humanas para el 2040 y el 2050, ocultando a la vez que la electricidad solo representa menos del 20% del consumo total de energía. Frente al masivo consumo de gasolina, diésel y gas natural, no establecen a corto plazo ningún objetivo vinculante, medible y evaluable de reducción del consumo y las emisiones contaminantes. No establecen ninguna medida seria para cambiar el modelo de transporte por carretera (las emisiones del cual crecieron más del 2% en el 2018). Tampoco se comprometen con la disminución de las disparadas emisiones de la aviación (con una presión fiscal o límites) ni con la terrible contaminación creciente del transporte marítimo y de cruceros gracias al dumping ambiental español (se niegan exigir el uso de un combustible marítimo 5 veces menos contaminante como ha hecho muchos otros países europeos). Ni siquiera establecen un calendario estricto de cierre de grandes infraestructuras obsoletas y ecológicamente muy perniciosas, como son los embalses sobre ríos construidos en el periodo tardo-franquista que finalizan ahora sus concesiones. Huyen de un calendario estricto de cierre de las muy contaminantes y biocida centrales térmicas de carbón, que además de ser grandes emisores de CO2 son innecesarias para el suministro eléctrico. En lugar de afrontar los cambios energéticos con urgencia el PSOE y Podemos emplean la retórica del un cierre progresivo, “cuando sea posible” en un futuro indeterminado y subordinado al mantenimiento y la creación de empleo.

 

En su programa de demandas para un posible gobierno con Pedro Sánchez, el partido de Podemos llega a condicionar el freno a la quema de carbón en las centrales térmicas, a que se hayan creado dos puestos de trabajo fijos y bien remunerados por cada trabajo que se suprima en la reconversión en favor de las energías renovables ! O sea, reclaman unas condiciones socioambientales imposibles asociadas al aplazamiento indefinido del abandono definitivo del sucio modelo energético que intensifica la ruina de los equilibrios climáticos de la Tierra. Más grave aún es el agujero negro silenciado por la clase política es la inexistencia de objetivos concretos en la reducción de la demanda energética total. Sin esta necesaria reducción de escala, todos los esfuerzos en aumento de la producción de energías renovables dentro el mix energético no servirán de nada en la lucha contra el sobrecalentamiento climático y sus muchas consecuencias socio-ecológicas dramáticas, puesto que se contrarrestarán los incrementos en renovables con el crecimiento del conjunto de la producción y demanda energética. Nunca van más allá del cumplimiento obligatorio de las leyes ambientales europeas como la de eficiencia energética que incluso incumple España.

 

Uno de los mayores venenos contra la biodiversidad y los procesos que son base de la vida planetaria son los agro-tóxicos industriales empleados masivamente en la agricultura convencional químico-intensiva, como son los pesticidas, plaguicidas y herbicidas. Mientras que en Alemania y Francia se prohiben la venta del glifosato y otros agrotoxicos, en España aumentan su uso cada año sin ni una medida propuesta para frenar esta actividad biocida por parte de la izquierda que sigue los mandatos del lobby de la agricultura intensiva. Asimismo, en las políticas públicas propuestas por la izquierda no existe ningún plan concreto, cuantificable y medible para frenar el acelerado declive de biodiversidad por la proliferación de las sustancias tóxicas. Tampoco hay nada sobre una nueva ley de minas que priorizara la protección ambiental frente a la ilimitada explosión de minería muy destructiva. No se propone ninguna nueva legislación de aguas para proteger los delicados ecosistemas fluviales que son fuente primera de la biodiversidad de la sobre-explotación agrícola y la extensión de regadíos. No hay en sus programas medidas concretas para cumplir con el compromiso europeo de frenar para el 2020 la pérdida de biodiversidad. Ni avanzan nada concreto en la protección de los derechos animales.

 

Se alzan las voces de repulsa contra la quema intencionada del Amazonas pero en cambio ningún partido solicita bloqueos y prohibiciones a la importación de soja o de carne procedente de Brasil y Bolivia. Resulta un esperpento político de la guerra contra el planeta viviente y el futuro el caso del PSOE, que junto a los partidos de derechas defiende con entusiasmo el temible acuerdo comercial UE-Mercosur cuando muchos otros partidos socialistas europeos se oponen.

 

Sobre la raquítica fiscalidad ecológica española no hay ninguna novedad en el horizonte político. Solo vagas promesas sin fecha de armonizar con los niveles establecidos por la la OCDE y la UE, que incluso a toda luz resultan tímidos e insuficientes ante la aceleración y profundidad de los desastres climáticos y ecológicos sembrados. Al contrario de lo que están haciendo otros países europeos, en ninguna de las propuestas de la izquierda incluyen la introducción de una ecotasa sobre los vuelos aéreos, las actividades turísticas, la ”comida basura”, las bebidas azucaradas, la carne procesada… En contraste, el PSOE y Podemos solo hablan genéricamente de “revisar” o “evaluar” la fiscalidad ecológica sin plazos a la vista, sin concreción por sectores de actividad, sin cantidades, porcentajes, objetivos e indicadores medibles y evaluables. Se niegan aplicar una euro-viñeta sobre el tráfico de camiones de transporte y no establecen ningún objetivo cuantificable para pasar el transporte de mercancías al tren a pesar del enorme impacto en la salud pública del creciente tráfico de camiones pesados y furgonetas que queman gasoil.

 

 

Ponen como un hito la futura aprobación de una ley del cambio climático pero como hemos visto en Catalunya y Mallorca, estas leyes generales sin políticas concretas sirven para bien poco.

 

La orfandad política del ecologismo es casi total.

 

 

 

 

 

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1 septembre 2019 7 01 /09 /septembre /2019 10:48
Bocado de asfalto a la huerta


La ampliación de la V21 destruirá 60.000 m2 de huerta productiva frente a la oposición de plataformas de barrio y vecinos

Un artículo de gonzalo sánchez | valència

El Forn de Barraca es una auténtica institución en todo el término de Alboraya. Fue el único horno disponible en más de cuarenta años para todos los habitantes de l'Horta y cerró sus puertas en 1976. Más de 100 años después de su construcción todavía sigue en pie, y aunque sus paredes no hablen, el edificio rezuma historia en cada esquina. A su alrededor brotan cientos de metros de huerta productiva trabajada por agricultores que desde hace semanas se han encontrado una imagen singular. Máquinas destrozando campos de chufa semanas antes de la cosecha, dejando todo preparado para que el asfalto entierre la tierra labrada durante varias generaciones.

Se trata de la ampliación de la autovía V21, en concreto del tramo del Carraixet hasta la entrada de València por la avenida de Cataluña, que pasará de dos a tres carriles en ambos sentidos. La obra, que comenzó en el año 2014 de la mano del Partido Popular, ya ha sido ejecutada y ha supuesto la expropiación de 60.000 m2 de huerta productiva que pasarán a ser asfalto este mes de septiembre. Plataformas vecinales como Per l'Horta, afectados y organizaciones ecologistas y de agricultores han mostrado su rechazo al proyecto durante años, pero no han conseguido impedir la ampliación.

Lluís Fontelles, uno de los afectados por la expropiación del Forn de Barraca, asegura que durante todo el proceso la falta de altura política ha sido una constante. «El Ministerio de Fomento no nos dio ninguna información de los procedimientos previos y tuvimos que presentar alegaciones fuera de plazo porque no nos informaron. Siempre nos hemos sentido los últimos de este proceso y pensamos que a los agricultores nunca se les tiene en cuenta para nada», señala.

Ramón Gimeno, uno de los nietos del «tío Barraca», que levantó la casa, ya sufrió la construcción de la autovía en los años 60. «Entonces ni siquiera miraron por donde iba a pasar y ahora quieren asfaltar más todavía». Afirma que sería mejor hacer otras infraestructuras necesarias, «por ejemplo, muchos agricultores aquí no pueden regar. Podrían hacer primero las infraestructuras de las acequias y después ponerse con lo que toque».

Desde plataformas como Per l'Horta no comprenden que el Botànic haya decidido asfaltar los cultivos periurbanos. Su portavoz, Josep Gavaldà, asegura que «no es de recibo, como ha hecho el presidente Puig, declarar emergencias climáticas y después ponerte a ampliar autopistas. Es una cosa que va completamente en contra de lo que es una emergencia climática». Desde Ecologistes en Acció también critican «la incongruencia entre lo que prometió este gobierno y las medidas que está aplicando», además señalan que «en un contexto de cambio climático no entendemos esta decisión, habría que reducir, no impulsar las inversiones en carreteras».


Problema sin resolver

El Consell justificó la ampliación de la autovía como una medida para evitar los embotellamientos a la entrada de la ciudad. Varias organizaciones han criticado esta medida y la han tachado de ser poco eficiente. David Hammerstein, sociólogo y activista ecologista, fue eurodiputado por el grupo de los Verdes entre 2004 y 2009. Destaca que «caminamos en la dirección contraria al resto de Europa. Las obras, más hormigón y más asfalto, son exactamente lo que no toca hacer en el contexto de emergencia climática». España es, según la Oficina Europea de Estadística, el país con más kilómetros de carretera de la UE, a lo que se le suma que la licitación de obras en carreteras el último año se ha aumentado un 55%. Para Hammerstein incidir en este tipo de infraestructuras es «una tendencia suicida que no va a ninguna parte, salvo a tirar el dinero a la basura. Es un despilfarro de dinero público, no para el bienestar, sino para el malestar».

En la huerta, Ramón Gimeno cuenta que muchas personas se han acercado para ver este horno. Una de las últimas que se interesó fue la arqueóloga de OHL, la constructora se embolsará 20 millones de euros por el proyecto, con la intención de hacer un reportaje fotográfico de un inmueble de gran valor patrimonial. Tanto que hace 80 años los obuses de la Guerra Civil estuvieron a punto de derribar sus puertas de madera, pero «el tío Barraca» las arregló y las volvió a colocar. Hoy, lo que no pudieron hacer las bombas lo conseguirán las máquinas.

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2 août 2019 5 02 /08 /août /2019 16:55
El Puerto devora València

VER AQUÍ: https://www.levante-emv.com/opinion/2019/08/01/expansion-puerto-devora-valencia/1907294.html?fbclid=IwAR0d8oWvWcfFSH3r3-raVpoueyeme--ZpN3NR0SUaE3VS6-hDMoG92C4-1k

 

Desde hace décadas nada se ha interpuesto a las expansiones portuarias y a sus estragos en la zona metropolitana y los barrios marítimos de Valencia. El Puerto de Valencia es un caso emblemático de la enfermedad del crecimiento inacabable que amenaza e hipoteca gravemente el bienestar ambiental, social y económico de la ciudad. Las ampliaciones proyectadas del Puerto son un ejemplo calamitoso de lo que ya NO hay que hacer, si realmente reconocemos nuestra situación de emergencia climática y ecológica.

 

Una carrera de Sísifo empuja a los puertos españoles al crecimiento de sus terminales, aunque estas infraestructuras desmedidas de la globalización pronto serán ruinas inutilizables como lo son las sobredimensionadas autovías y aeropuertos. Estamos ante una «burbuja portuaria» con expansiones temerarias inviables y anacrónicas en el actual contexto de cambios legales, tecnológicos, económicos y ambientales, que ya están en marcha en Europa para hacer frente a la emergencia del sobrecalentamiento climático. Ante el volátil y muy incierto comercio internacional de mercancías pesadas, carece de toda racionalidad el seguir desperdiciando los escasos recursos públicos, económicos y naturales para hacer nuevas infraestructuras colosales y dañinas para la ciudad de Valencia y su entorno metropolitano.

 

Por razones de salud pública y medioambiental tienen los días contados los altamente contaminantes motores diésel de los camiones, el combustible sin refinar y las altas concentraciones de óxidos de azufre y partículas materiales en el aire, que son la base tóxica de la actividad portuaria de buques y cruceros. La utilización de estos combustibles fósiles poco refinados se encuentra en el limbo legal en muchos países y ciudades europeas, que ya ponen fechas para su prohibición total.

 

¿Como será posible anunciar el fin de los humos corrosivos del diésel en las ciudades europeas si a la vez se planifica su masivo crecimiento, como en el Puerto de València? Puesto que no hay una alternativa tecnológica económicamente viable frente a este modelo de transporte de mercancías tan nocivo, su uso irá reduciéndose inexorablemente en los próximos años a favor del ferrocarril.

 

También el cumplimiento de las leyes actuales y futuras de la UE sobre la contaminación del aire por las partículas NOx, que ya ha sido motivo de sanciones contra España, es incompatible con la explosión de la actividad tóxica del Puerto que degradará la calidad del aire de València, y mucho más de los barrios adyacentes. Esta huída hacia adelante acabará en los juzgados por atentado contra la salud pública y en multas millonarias desde Bruselas. Según los estudios científicos son muchos los efectos de los grandes puertos en las áreas urbanas cercanas, como son aquí Natzaret, Pinedo y el Grau, el Cabanyal y la Malvarrosa, que padecen una intensiva contaminación con impactos sobre la salud de la infancia y la ciudadanía urbana.

 

Está en juego lo que tanto gusta decir a nuestros gobernantes: el «cambio del modelo económico valenciano» y la imprescindible descarbonización de la economía. Sin embargo, el presidente Ximo Puig respalda esta expansión portuaria que a todas luces constituye un modelo económico caduco, injusto y altamente contaminante que externaliza y socializa sus inmensos costes socioambientales, locales y globales. Contrariamente a esta adicción a las grandes infraestructuras para el dumping de productos «baratos» que descapitalizan nuestro territorio y la economía valenciana, las políticas públicas han de favorecer el valor añadido valenciano: el conocimiento, las tecnologías verdes y los productos locales de calidad. En el 2018 solo el 0.64% del crecimiento del tráfico de contenedores del puerto era de exportaciones valencianas, y casi todas de grandes empresas multinacionales, mientras la importación de mercancías creció 20 veces más.

 

La autoridad portuaria exige ingentes inversiones de dinero público y privado despreciando el debate abierto y democrático. Nadie ni nada parece frenar el apetito devorador del lobby portuario/empresarial: playas borradas del mapa; un barrio entero encarcelado entre muros de cemento y asfalto; unos ecosistemas de huerta milenaria sepultados bajo el hormigón y los contenedores; un parque natural crónicamente menospreciado y enfermo; unas playas del Saler y unos fondos marinos de Sueca y Cullera erosionados; un aire urbano enrarecido por crecientes emisiones tóxicas; una desembocadura de río amputada. Y todo ello gracias a una generación de políticos valencianos que no ha defendido con valentía los intereses de la ciudadanía valenciana.

 

Se multiplicarán sinérgicamente los daños sociales y ecológicos, los causados por la ingente cantidad de gasoil quemado por 9.000 camiones/día, por los grandes buques repletos de contenedores movidos por el cancerígeno fuel sin refinar y el bunker fuel, por la construcción de una plataforma de 125 hectáreas robadas al mar con áridos de las montañas de la Serranía y la extensión mar adentro de la escollera; por la explosión del número de «cruceros» en una nueva terminal turística; por las operaciones peligrosas de más de 100 enormes petroleros/año de Exxon que malograrán las playas y la pesca.

 

La coartada para esta nueva ignominia contra la ciudad de Valencia, la economía valenciana y el territorio son los cantos de sirena de unos miles de «puestos de trabajo», a cambio de externalizar todos los males en la ciudadanía, la ciudad y la naturaleza. Es lo que el presidente del Puerto Aurelio Martínez denomina crecer a cambio de «un impacto razonable».

 

Por favor, abandonen el blanqueo verde (greenwashing). Ningún ajuste técnico «limpio», ninguna mejora en eficiencia por unidad de actividad portuaria, ningún ahorro minúsculo en distancias y tiempos de viaje para los camiones, ningún arrecife artificial con molinos eólicos y placas solares, ni las voluntariosas «buenas prácticas», pueden contrarrestar la magnitud de la tragedia en ciernes sobre la ciudad, el clima, la biodiversidad y la salud pública. Las medidas «compensatorias» son humor negro cuando se trata de males inconmensurables e irreversibles. Cualquier ajuste parcial resultará insignificante frente al gran crecimiento de los volúmenes de emisiones nocivas.

 

Resulta delirante y diabólica la idea de construir un túnel submarino de acceso norte para camiones, que no ahorrará en emisiones venenosas y destrucción ambiental. Las faraónicas obras y los continuos viajes de camiones empeorarán el aire y la salud urbana. El único ahorro real sería reducir drásticamente el volumen de tráfico de camiones y transferir las mercancías a accesos en tren, que tiene una huella socioambiental mucho menor.

 

Los apologetas desarrollistas del Puerto dan por inevitable el crecimiento del tráfico internacional de larga distancia, mortífero para los equilibrios climáticos. Sin embargo, la emergencia climática nos obligará a localizar nuestro consumo y producción como una estrategia imprescindible de precaución, responsabilidad y supervivencia.

El Puerto devora València
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27 juin 2019 4 27 /06 /juin /2019 16:36
 MANIFIESTO  ECOFEMINISTA


  Rebel.lió / Extinció València    
                                     

 

Somos mujeres con los pies en la Tierra

Mujeres y hombres somos parte de la naturaleza. Somos seres terrestres de la Tierra. Nuestra identidad existencial primigenia es física, biológica y ecológica, además de social y cultural. Pertenecemos al excepcional mundo viviente de la Tierra. Nuestro único y común hogar es el terrestre, no tenemos un planeta B. Dependemos de complejos metabolismos físicos, biológicos y ecológicos íntimamente relacionados que hacen posible el mantenimiento, la regeneración y el florecimiento de la vida desde tiempos inmemoriales, que los humanos no podemos sustituir ni crear. Somos vulnerables y radicalmente ecodependientes.

Aceptamos la finitud del los bienes del planeta y la interconexión y dependencia entre los seres humanos y el resto de seres vivos.

El patriarcado industrial en su historia de cuatro siglos ha desarrollado tecnologías y artefactos dotados de colosales capacidades y poderes de transformación y destrucción del medio físico terrestre, en cuyos delicados equilibrios ecosistémicos han emergido evolutivamente los seres humanos como especie.

Las creencias antropocéntricas del progreso y la abundancia material ilimitada destiladas por la etnocéntrica y patriarcal cultura occidental moderna, son ajenas a la capacidad de carga y las necesidades bioproductivas del planeta. La Tierra ha dejado de encajar los golpes y los devuelve cada vez con más virulencia.

Nuestra situación actual de desastre climático y ecológico es de emergencia planetaria por afectar dramáticamente al conjunto de los humanos y no humanos, por ello la ecología ha de ocupar el centro de la política y las instituciones marcando las prioridades en todos los ámbitos de acción, individuales y colectivos, públicos, privados y comunitarios.

 

La dominación de las mujeres y la naturaleza van juntas

Las dominaciones de las mujeres y de la naturaleza parten del falso y arrogante supuesto de superioridad y separación de los procesos naturales y sociales que constituyen el sustento imprescindible para la reproducción humana y social.

La dominación patriarcal y la visión productivista de separación y apropiación de la naturaleza tienen la misma raíz imaginaria y simbólico cultural. Ambas parten de mentalidades que dicotomizan, separan jerárquicamente y simplifican la complejidad del mundo, que es dinámico, interconectado y multidimensional. Es artificial y arbitraria esta arrogante desconexión entre el mundo humano y el mundo natural de la Tierra, como lo son los códigos de género que establecen la separación entre el mundo privado de las relaciones domésticas y del cuidado, y el mundo público del individualismo y la competencia de la economía, el empleo y la política.

En nuestra historia cultural los dualismos separadores de las percepciones y prejuicios androcéntricos, antropocéntricos, etnocéntricos y especistas están muy entrelazados y se refuerzan mutuamente (hombre/mujer, mente/cuerpo, cultura/naturaleza, razón/ emoción, humano/animal...). Las asociaciones simbólicas entre lo femenino, la naturaleza y las emociones, y entre lo masculino, la razón y la cultura, apuntalan las formas dominación y desigualdad patriarcal que padecen las mujeres. Desde los sesgos androcéntricos de las mentalidades patriarcales se invisibilizan y devalúan los trabajos reproductivos de los cuidados que diariamente realizan muchas mujeres en los espacios privados, públicos y comunitarios, como son el cocinar, limpiar, alimentar, a pesar de que constituyen una economía relacional que es sostén fundamental de la seguridad y el bienestar de las vidas humanas individuales y las sociedades. El dualismo generizado concibe el trabajo económicamente remunerado como “productivo” y desvaloriza los trabajos de sostenimiento y de cuidados del mundo doméstico como improductivos. Estas regulaciones patriarcales subsisten a través de normas sociales que siguen atribuyendo a las mujeres unas responsabilidades específicas en la esfera privada y orientan a los hombres a considerar como propia la esfera pública.

Nunca hemos dejado de depender de los bienes y servicios naturales y por ello no podemos someter el mundo natural a los intereses y libertades humanas sin límites. Muchos de los bienes ambientales de hoy ya no volverán a engendrarse. Nuestra situación colectiva de rebasamiento de los límites físicos de la biosfera hace que sean irrealizables muchas de las ilusiones modernas sobre una historia humana de creciente avance y mejora sin final en bienestar y progreso humano y tecnológico.


Hacer las paces con la Tierra, no la guerra

Como ecofeministas nos sentimos comprometidas con la Tierra y con los seres y ecosistemas de la misma. Defendemos los valores y las políticas guiadas por los cuidados compartidos y las relaciones cooperativas y fraternales hacia los humanos y hacia el resto de seres biodiversos y ecosistemas, en los espacios privados, públicos y comunitarios.

La acelerada degradación y contaminación de las fuentes y servicios vitales de la biosfera tiene como causa histórica principal el avance de un patriarcado industrial supremacista que coloca al hombre por encima de las mujeres y del mundo natural. Los valores antropocéntrismos y androcéntrismos hoy nos empujan a una tragedia socioecológica de dimensiones dantescas desconocidas en nuestra historia, sin vuelta atrás posible a causa de la pérdida de hábitats naturales, de extinciones masivas, de colapso climático y de sufrimiento, enfermedad y muerte de seres humanos y no humanos.

El industrialismo patriarcal de la globalización, que concentra el poder y la riqueza económica en élites masculinas, en varones heterosexuales de las clases dominantes, tiene consecuencias dramáticas que afectan conjuntamente a las mujeres, la naturaleza y los países y comunidades más empobrecidas.  Ante la inmensidad de los daños socioambientales diseminados espacial y temporalmente, el negacionismo práctico de las políticas de izquierdas y derechas sigue alimentando los mitos suicidas del crecimiento ilimitado en un planeta finito en materiales y cada vez más degradado. Apuestan por alargar los plazos de las políticas expansivas del crecimiento material de la producción y el consumo de recursos naturales de todo tipo y de cualquier lugar del planeta. Sus falsas “soluciones” y sus promesas irrealizables se desentienden de los problemas y retos ecológicos que socialmente son cada vez más percibidos.


La tragedia de la translimitación ecológica del patriarcado industrial

La guerra humana contra la naturaleza impulsada por el maridaje de gigantescos poderes industriales, científicos y tecnológicos, ha llegado hasta los límites extremos de estar dañando la capacidad autogeneradora de muchos de los ecosistemas vitales de la Tierra. Las incesantes demandas humanas consumen y transforman los bienes naturales en desechos y contaminantes de todo tipo colapsando los metabolismos y las capacidades biogenerativas y depurativas del planeta. El legado histórico de una industrialización basada en la quema de combustibles fósiles hoy trae consigo un presente y un futuro con caos climático, extinciones masivas y destrucción acelerada de ecosistemas globales y locales. Se empobrecen, enferman y dejan sin alimentos y sin recursos materiales básicos a innumerables personas en el mundo al tiempo que se destruyen los nichos y refugios ambientales para los humanos y el resto de seres biodiversos.

El modelo cultural y económico desarrollado a partir de la segunda revolución industrial se basa en un modelo uniformizador y expansivo basado en la extracción de todo tipo de materiales que abastecen el creciente metabolismo social humano. La producción de electricidad explota el peligroso potencial atómico de la materia. El modelo de movilidad se centra en vehículos motorizados y en una cultura energética del despilfarro generada a partir de la quema de combustibles fósiles (petróleo, el gas y el carbón). La globalización económica se sustenta en el creciente abastecimiento de recursos materiales de la Tierra que se dirigen a la producción y al consumo humano. La globalización expansiva intensifica la destrucción ambiental planetaria y la contaminación atmosférica causada por las emisiones de CO2 y de otros gases que contribuyen al calentamiento global. A mayor integración en la economía neoliberal globalizada mayor es también la destrucción y el desarraigo ecológico, cultural y existencial.

El nuevo régimen de mutaciones ecológicas y climáticas, la explosión vertiginosa de las desigualdades humanas y las consecuentes pérdidas de los refugios y el arraigo que daban las antiguas protecciones de los territorios y los modos de vida propios, son fenómenos que están relacionados en sus causas y arrasan todas las fronteras exponiéndonos a extinciones y migraciones nuevas y masivas de seres desamparados, humanos y no humanos. El sellado de fronteras a refugiados no podrá evitar la creciente llegada de migrantes exteriores e interiores abandonados por su propio país, tampoco lo harán las irrealizables políticas extra-terrestres de la globalización económica expansiva puesto que ya no hay planeta suficiente para ellas.

El rápido empeoramiento de la salud de la Tierra y de su atmósfera nos coloca colectivamente ante un atolladero histórico sin precedentes, la supervivencia y el bienestar de humanos y no humanos están en juego. Sus causas últimas no son naturales sino humanas, están en nuestros valores y hábitos arraigados de abundancia y derroche; en nuestros errores de comprensión y en nuestras endiosadas creencias antropocéntricas sobre la libertad y autonomía humana; en unas ciencias y tecnologías autolesionantes carentes de orientaciones éticas y de controles públicos y comunitarios; en nuestras ilusiones sobre el futuro, la riqueza, el bienestar y los derechos, exclusivamente centradas en los humanos y el presente.


No queremos igualarnos en la desigualdad y destrucción patriarcal

Sentimos un profundo dolor ante el actual avance de la muerte y deterioro de miles de especies vivas, ecosistemas y metabolismos de la Tierra. Como ecofeministas nos rebelamos contra las creencias faústicas que nos llevan al naufragio junto al resto de seres y comunidades vivientes.  Queremos revitalizar y crear nuevas y fraternas naturo-culturas prácticas en favor de la vida y el buen vivir, más holísticas y frugales, más encarnadas en necesidades cuya satisfacción se obtenga de intercambios no mercantiles con otros seres humanos.

En sociedades dotadas de leyes igualitarias para mujeres y hombres, la regulación patriarcal subsiste a través de normas sociales que atribuyen a las mujeres roles y responsabilidades específicas en el mundo privado y orientan a los hombres a considerar como propia la esfera pública. Como feministas queremos la disolución del patriarcado pero sabemos que la vida en el planeta no tendrá ninguna oportunidad si la igualdad entre mujeres y hombres no incorporara las exigencias de la sostenibilidad ecológica y social.

Pertenecemos a la minoritaria población humana (1/5 de la población mundial) que sobreconsume la inmensa mayoría de los limitados bienes naturales generando unas condiciones globales de crecientes injusticias, degradación y muerte ambiental. Puesto que el consumo de los países sobredesarrollados no puede mantenerse ni extenderse al resto sin que las capacidades bioproductivas de la Tierra se deterioren y colapsen, son inevitables los giros radicales que reduzcan nuestra huella de destrucción ambiental.

Nos negamos a participar en la fiesta destructiva del industrialismo patriarcal globalizado a través de nuestra incorporación en la producción, el consumo y los estilos de vida despilfarradores y extraterrestres. Optamos por la supervivencia y el disfrute de una vida larga y sana para el conjunto de la humanidad en un planeta limitado y herido, compartido con otras criaturas no humanas.

Ante la certeza del desastre climático y ecológico colectivo, no se trata de descubrir un nuevo mundo sino de reencontrar y enraizarnos en la Tierra que siempre ha estado bajo nuestros pies. Solo podemos sobrevivir dentro de los límites físicos de la biosfera. Es imposible y catastrófico continuar con el crecimiento ilimitado de la economía material y el mercado globalizado en un mundo finito en recursos materiales sin degradar y esquilmar muchos de los bienes biofísicos comunes más vitales para la humanidad, de los que los humanos dependemos y no podemos crear ni sustituir. Las salidas de emergencia del patriarcado industrial pasan por poner frenos a la expansiva economía dineraria y material.

En consecuencia, las aspiraciones feministas no han de limitarse a copiar los modelos masculinos de bienestar basados en la economía extractivista y la destrucción acelerada de los bienes y servicios naturales. No son realizables las metas feministas de reparto equitativo de recursos, poder y derechos entre mujeres y hombres, a costa de multiplicar la esquilmación de la diversidad de formas de vida. La conquista de derechos individuales y colectivos no ha de asociarse a una igualación imitativa de los estilos de vida y consumo derrochadores. No queremos una “igualdad de oportunidades” para participar alegremente en la destrucción del mundo viviente causada por una economía globalizada que explota a las personas y saquea los recursos naturales de cualquier parte del planeta. Rechazamos las conquistas de esta efímera igualdad liberal, estas solo pueden realizarse incrementando la enfermedad, la muerte y la extinción de multitudes de humanos y no humanos.

Las demandas feministas de igualdad con los hombres no han de encerrarse en el individualismo y la competitividad liberal de la “igualdad de oportunidades”. Las metas liberales de acceso a los recursos de todo tipo no son realistas por asentarse en el crecimiento inacabable de la economía material, como si acaso el planeta tuviera recursos infinitos. Esta expansión material de la producción y el consumo que somete al conjunto de la humanidad y a los seres vivos hoy nos lleva a un descarrilamiento ecológico terminal sin frenos de emergencia.

El feminismo liberal quiere una igualdad centrada en el mercado y por ello se acopla bien al interés empresarial por la “diversidad”. Sus aspiraciones de empoderamiento para las mujeres mediante la competencia individualizada, lejos de ser la solución son parte del problema. El feminismo liberal condena las discriminaciones que sufren las mujeres abogando por la “libertad de elección” individual y la competencia bajo la coartada meritocrática. Al concentrarse en el Norte global y enfocarse en la ruptura del “techo de cristal”, solo propician que un pequeño y selecto grupo de mujeres privilegiadas ascienda en la escala empresarial y en los puestos profesionales. En realidad no hace frente a las restricciones socioeconómicas y culturales que afectan a las mujeres, que levantan altos muros y convierten en inaccesibles las libertades, las elecciones y la puesta en valor de méritos y talentos individuales. Su objetivo no es en realidad la igualdad ni el abolir las jerarquías sociales sino el diversificarlas dando poder a algunas mujeres “talentosas” y reforzando al tiempo la estructura de desigualdad individualizada y meritocrática. Busca que unas pocas mujeres privilegiadas puedan alcanzar posiciones y sueldos similares a los de los hombres de su propia clase, sus beneficiarias son las mujeres que ya poseen ventajas sociales, culturales y económicas. Las demás quedan abandonadas.

En su romance individualista converge con los hábitos empresariales y sus corrientes neoliberales. Los objetivos del feminismos liberal son compatibles con las desigualdades sociales galopantes y también con la opresión patriarcal de otras mujeres. Da coartada al neoliberalismo y a las fuerzas sociales que apoyan el dominio de la globalización de la economía y de las finanzas globales, y al tiempo disimula lo regresivo, injusto y ecológicamente irrealizable de estas políticas del crecimiento material bajo un aura de emancipación y un barniz de “progresistas”. Es el feminismo de las mujeres con poder, que solo representa mejoras para el 5% de las mujeres. Confunde las metas colectivas del feminismo con el ascenso de mujeres individuales y convierte el feminismo en simple publicidad para la promoción individual, no para liberar a la mayoría de mujeres sino para elevar a unas pocas. Estas mujeres, cuando llegan a altos cargos directivos a su vez se suelen apoyar en mujeres subcontratadas y mal pagadas para la prestación de cuidados y el trabajo doméstico.

El feminismo liberal, al unirse al elitismo individualista del patriarcado industrial, en último término constituye una masculinización de la igualdad y de las mujeres que va en contra de la mayoría social y la mayoría de las mujeres y la Tierra. Su apuesta por la competencia individualizada dentro de las instituciones principales del patriarcado industrial globalizado carece de compromisos con otras formas de dominación y desigualdad humana que también recaen sobre las mujeres, como son las socioeconómicas, culturales, racistas, étnicas, religiosas, y aísla a las mujeres de las luchas sociales contra ellas. Es ajeno a las desigualdades y víctimas de la distribución de lesiones y riesgos ambientales. ¡No queremos romper los “techos de cristal” dejando que la gran mayoría de las mujeres limpie los vidrios rotos, se contaminen y enfermen!.


Las mujeres somos víctimas ambientales

Las consecuencias sociales del calentamiento global de la atmósfera y de la destrucción de hábitats y ecosistemas son desastrosas para el conjunto de la humanidad y afectan diferencialmente a las mujeres del norte sobreconsumidor y a las mujeres del sur global de las economías rurales de subsistencia. La marginación y desigualdad de las mujeres en nuestras sociedades patriarcales, la destrucción de la biodiversidad, y los dramáticos efectos naturales del calentamiento climático son procesos muy vinculados.

Todas las mujeres somos víctimas ambientales del avance del patriarcado de la globalización económica, más allá de las diferencias y desigualdades sociales existentes entre nosotras. No podemos escapar de las lesiones y amenazas ecológicas, nuestras vidas y nuestros cuerpos están afectados por las condiciones sociales de división y desigualdad y por los contextos medioambientales.

En las sociedades de sobreconsumo las mujeres somos víctimas específicas en la distribución de daños y peligros medioambientales. Estos operan a partir de las diferencias de nuestra particular anatomía corporal sexuada y a partir las posiciones que ocupamos en la desigualdad económica, étnica, edad, enseñanza, empleo, ... Padecemos la espiral del daño ecológico, presente en las formas patriarcales de producción y consumo, en los hogares y espacios domésticos de la economía de los cuidados, en los espacios públicos, privados y comunales. A esta feminización biocida de nuestras vidas se suman las agresiones a la salud de la sobre-medicalización y el sobre-diagnóstico que ejercen las prácticas sanitarias y la industria farmacéutica.

Un ejército imperceptible de sustancias contaminantes y venenosas hijas de los laboratorios industriales, las ciencias y las tecnologías, constituyen un cóctel que nos enferma sin apenas tener conocimiento ni defensa. Sus agentes destructivos se camuflan e invisibilizan adoptando numerosas formas, son orgánicos, químicos, atómicos, electromagnéticos, genéticos, y se reproducen, multiplican y mutan de maneras desconocidas e inciertas mediante infinidad de interacciones sinérgicas. Son actores cotidianos que intervienen en los contextos e intercambios sociales cada vez más artificializados, enfermos y peligrosos: domésticos, públicos, privados, comunitarios, laborales, de consumo, urbanos, rurales. Estos enemigos tóxicos están también presentes en los bienes más próximos, más imprescindibles y valiosos, como son los alimentos, el agua, el aire, la vivienda, la tierra, los medicamentos, los equipamientos materiales, objetos y artefactos con los que nos relacionamos cotidianamente.

También las vidas y economías de muchas mujeres y comunidades rurales del Sur global están amenazadas por la alteración climática y la alteración y pérdida de ecosistemas vitales, por depender directamente de los recursos biológicos locales para asegurar su sustento y bienestar. Los trabajos de las mujeres para generar medios de vida en las agriculturas de subsistencia dependen de la conservación y regeneración de los recursos biológicos locales y su diversidad. Sus naturo-culturas están ancladas en el uso múltiple y la gestión inteligente acoplada a los ritmos biogenerativos de los sistemas ecológicos. Gestionan la biomasa para la obtención de bienes básicos como el forraje, los abonos, los alimentos, el combustible, las plantas medicinales. Se trata por tanto de actividades de gran importancia por su valor ecológico, económico, cultural y social. La protección de la biodiversidad, los bosques y los árboles, son una importante línea de defensa contra él desastre climático y la degradación ambiental, por ello se puede decir que las mujeres son guardianas de la biodiversidad del planeta en muchas comunidades rurales.

La pérdida y degradación de los ecosistemas comunales y la biodiversidad local en manos del extractivismo, la privatización y el mercado globalizado, dañan las fuentes de recursos naturales de los que dependen directamente las mujeres, sus familias y comunidades en las economías rurales de subsistencia. Los riesgos climáticos y ecológicos son mayores para muchas mujeres pobres cuyos medios de vida y bienestar dependen del acceso directo a los recursos ambientales locales. A todo ello se suma el sometimiento y la discriminación patriarcal de costumbres y leyes que les deniegan las oportunidades y los derechos otorgados a los hombres, lo que les dificulta aún más el acceso a ayudas sociales y económicas de créditos y servicios.

Las mujeres más pobres en las economías rurales de subsistencia pierden el sustento básico de ellas y de la familia a su cargo cuando desaparecen los recursos ambientales locales de los que directamente dependen, como son las fuentes de agua, las tierras fértiles, los bosques comunales, la leña, el forraje para animales, las plantas medicinales o el alimento. Se convierten así en primeras víctimas y refugiadas ambientales. La escasez de agua, comida y tierras fértiles intensifica el resto de divisiones y desigualdades, favorece las hambrunas, las enfermedades y la muerte, los antagonismos sociales y el aumento de los conflictos violentos.

La capacidad general de mitigación y adaptación a las a las alteraciones climáticas depende del acceso a recursos sociales, como son los derechos de propiedad sobre tierras, el dinero, los créditos, las ayudas económicas, el nivel de autonomía, los conocimientos, la buena salud, la libertad, la movilidad personal, la seguridad alimentaria. Puesto que las mujeres constituyen el mayor porcentaje de las personas más pobres del mundo, con menos recursos y menos libertades y derechos, también son las más afectadas y en peligro ante las lesiones y amenazas climáticas.


La destrucción ambiental de las mujeres de la clase consumidora del norte global

En esta parte de la Tierra todos somos contaminadores y contaminados, somos simultáneamente víctimas y cómplices. En nuestras sociedades de consumo globalizado las mujeres somos víctimas y responsables. En general ocurre que los mayores consumos de los recursos y servicios ambientales vienen de los grupos humanos con más ingresos económicos, más urbanos y con mayores niveles de enseñanza. Sus patrones de sobreconsumo  se convierten en modelo de referencia y aspiración emulativa para poblaciones humanas más desfavorecidas, esto afecta tanto a mujeres como a hombres.

Son superfluas, dañinas y tóxicas para la Tierra y para nuestros cuerpos y vidas gran parte de las compras fomentadas por el cultura patriarcal de la expansión mercantil globalizada. Los habitantes del mundo sobredesarrollado, 1/5 de la población mundial junto a las élites de las sociedades del sur, mantenemos unos estilos de vida guiados por valores materialistas de riqueza y bienestar asociados a la abundancia y el despilfarro de los recursos ambientales cada vez más escasos y contaminados. Malgastamos energía, aniquilamos los espacios bioproductivos del resto de especies, contaminamos con venenos y basuras nuestros territorios y lugares más preciados y el resto del planeta.

Las mujeres sobreconsumidoras de Europa participamos en este agresivo saqueo de la naturaleza y de las sociedades del Sur global. Son muy grandes nuestros impactos sobre las mujeres del Sur debido a que los materiales y productos que compramos como consumidoras, proceden de ecosistemas y recursos naturales locales de los que dependen y son la fuente directa de sus medios de vida y revierten a ellas en forma de basuras entrópicas altamente tóxicas.  


La expansión urbanizadora enferma y mata

¿Por qué hemos de tolerar unos insípidos alrededores llenos de humos tóxicos, cemento y asfalto en medio de relaciones que no son por completo nuestras enemigas y no son del todo fatales? Las políticas desarrollistas de la expansión urbanística inacabable, con grandes bloques construidos de equipamientos, viviendas, rascacielos, urbanizaciones, ampliaciones de autovías y amputaciones de espacios naturales periurbanos singulares y tierras fértiles, atentan especialmente contra las mujeres y la vida. 

Este neodesarrollismo urbanizador al servicio de las infraestructuras de la globalización económica crea espacios públicos anodinos, hostiles, insalubres y peligrosos para las mujeres. En ellos se destruye la convivencia y la escala humana, física y cultural que hace posible la vitalización de los espacios públicos, las relaciones comunitarias y la habitabilidad y salud de la ciudad. Este avance del urbanismo expansivo, fálico, agresivo y tóxico, es ajeno a las necesidades de mantenimiento y cuidado de la ciudad, pueblos y barrios. Contrariamente, los espacios públicos accesibles, amplios y seguros favorecen la salud urbana y el tejido comunitario mezclado, diverso y vibrante. 

Para las mujeres en general, el avance de los “no lugares”, donde dominan el cemento, el hormigón, los centros comerciales, las vías de tráfico, los humos y materiales contaminantes, las velocidades, comporta trágicas consecuencias en enfermedades y barreras sociales, en separación, división, aislamiento, anonimato, inseguridad, desafecto, fealdad, individualismo, indiferencia, miedo.


¿Alimentos con agrotóxicos? No, gracias

Las mujeres ejercen un papel fundamental en la alimentación fruto de la división patriarcal entre la esfera pública y privada. Los valores relacionales y reproductivos de la economía doméstica de los cuidados están asociados a la compra y el consumo de alimentos y a la preparación cotidiana de comida para nuestras familias, vecindades y comunidades.

¿Por qué hemos de tolerar unas dietas con cócteles de venenos flojos que lentamente nos enferman y matan?. Los límites máximos legales permitidos sobre residuos en los alimentos no se han establecido con márgenes de seguridad ni tampoco se han indagado la multitud de las complejas sinergias que pueden actuar. La ingesta diaria de sustancias agrotóxicas de origen tecno-industrial debilita nuestra respuesta inmunológica e incrementa nuestra vulnerabilidad a enfermedades de todo tipo y a riesgos cancerígenos, neurotóxicos e inmunológicos. En parte son muy desconocidos e inquietantes los muchos impactos causados por la exposición continuada a mezclas de pesticidas, herbicidas, plaguicidas, compuestos inertes y otros residuos agroquímicos presentes en los alimentos producidos por la agroindustria químico intensiva. Sus agresiones sinérgicas actúan sobre nuestros cuerpos y entornos de vida, sobre los ecosistemas y los metabolismos bioregenerativos, sobre bienes tan vitales como son el agua, las tierras fértiles, el aire, la biodiversidad.

Los cambios en los patrones de compra y alimentación de las últimas décadas hacia la comida precocinada, instantánea,  congelada, enlatada, exótica, fuera de temporada, afectan de lleno a los espacios públicos y domésticos. Al tiempo que se externalizan y mercantilizan los trabajos domésticos en cadenas de cuidados transnacionales nuestra alimentación se hace más amenazante y más dependiente del mercado, de la destrucción de los agroecosistemas y la biodiversidad y de la sobreexplotación animal. La globalización alimentaria está destruyendo hábitats, ecosistemas singulares y bosques con funciones importantes en la estabilidad climática, para reconvertirlos en cultivos de piensos animales. Este modelo agroindustrial provoca una gran sobreexplotación y sufrimiento de las mujeres del Sur global, especialmente para las mujeres más pobres y las comunidades indígenas.

La química del sistema agroindustrial implicada en la producción, transformación, transporte, comercialización y venta, está enfermando la Tierra y a los seres humanos a causa del uso masivo de pesticidas, herbicidas, antibióticos y otros productos fitosanitarios de síntesis. Ganaderos, agricultores y consumidores son eslabones de la agricultura químico-intensiva de las empresas multinacionales y de las tecnologías ambientalmente destructivas y contaminantes. Las mujeres somos primeras víctimas de un modelo tóxico de alimentación que nos afecta muy especialmente por utilizar muchos productos biocidas, que al ser liposolubles se absorben más por los cuerpos de las mujeres.

Es imprescindible el cambio de nuestros hábitos de comida para hacer las paces con nuestros cuerpos y la Tierra. Los cambios ecológicos en nuestra alimentación, como son el vegetarianismo, el veganismo y el consumo de productos ecológicos de producción local, implican cambios en las culturas domésticas de los cuidados y han de afectar a mujeres y a hombres. Defendemos el consumo de alimentos de la producción ecológica local, que elimina los insumos agrotóxicos y acorta los trayectos y las largas distancias de materiales y energía y hace posible el trato justo para las personas que trabajan el campo. Los largos recorridos favorecen la desconexión y la ignorancia sobre quienes, cómo y dónde se han producido y elaborado los alimentos.


La corrosiva cultura patriarcal del coche

Las mujeres son víctimas específicas de unas ciudades dominadas por la dictadura del coche particular: “un coche, un hombre”. Estas máquinas con motores de combustión de gasolina y gasòil enferman y contaminan el aire común, ocupan y degradan los espacios públicos, y agreden y dificultan tremendamente la vida cotidiana de mujeres.  

Las mujeres utilizan el transporte publico más que los hombres, necesitan espacios urbanos e itinerarios peatonales seguros y salubres. La peatonalización, la bicicleta, las restricciones al tráfico privado, la ampliación de los espacios públicos, las zonas verdes y el arbolado, la mejora del transporte público, del bus, el metro, el tranvía y el tren convencional, favorecen especialmente a las mujeres y su salud.


La enfermedad de la publicidad

La publicidad engañosa de las empresas reproduce los códigos de división y desigualdad de género y alimenta la adicción individual al consumismo y el mito del crecimiento indefinido mediante cultura de la abundancia, el “usar y tirar” y el “todo siempre”.

Los cambios sociales a favor de la sustentabilidad han demoler el muro patriarcal que separa la esfera privada de la esfera pública, han de afectar de lleno al espacio público y privado. El mundo de los cuidados domésticos, que se entrelaza con hábitos individuales y familiares de consumo privado, también constituye un espacio de cambio social.

La moda es una enfermedad de la mente. La manipulación publicitaria nos enajena y convierte a las mujeres en adictas a productos innecesarios y muy nocivos para las mujeres y el planeta. La publicidad mueve la espiral de necesidades materiales inacabables y extravagantes y esclaviza nuestros deseos. Dirige a las mujeres hacia un consumo de todo tipo de productos comerciales a la vez que oculta las condiciones sociales y ambientales de la producción de los mismos, que perjudican a las mujeres, comunidades y ecosistemas. Este encantamiento liberado de ataduras sociales y ecológicas colectivas coloniza nuestras formas cotidianas de vivir afectando a una gran variedad de actividades y bienes de consumo, como son los alimentos, los medicamentos, los cosméticos, la ropa, la limpieza, los electrodomésticos, el mobiliario, la vivienda, el coche ...


La lucha anti-patriarcal de los derechos animales

El sufrimiento animal también es nuestro sufrimiento. Las gigantescas dimensiones de la crueldad y sobreexplotación organizada presente en nuestras relaciones con los animales no humanos es una expresión más de la violencia patriarcal que se ejerce contra las mujeres y los ecosistemas del planeta. Un monumental campo de concentración “Auschwitz" se oculta detrás de nuestras formas cotidianas de alimentarnos, vestirnos y divertirnos.

Son numerosas y están muy enquistadas las manifestaciones del machismo especista. Se expresan por ejemplo en la tortura animal de las actividades festivas de los espectáculos taurinos; en las tradiciones masculinas de la caza “deportiva”, que persigue y da muerte a animales libres en sus hábitats silvestres; en la producción intensiva de la ganadería industrial; en el maltrato de los animales domésticos integrantes de nuestras familias a menudo asociado a la violencia machista contra las mujeres.

Son despiadados y moralmente bochornosos los regímenes de las modernas granjas industriales de la ganadería intensiva. En cifras absolutas exceden en mucho a cualquier otra forma de sobreexplotación animal. Animales dotados de los mismos órganos sensoriales que los humanos, como los cerdos, gallinas, pollos, terneros, ovejas, vacas, se crían, engordan y sacrifican prematuramente a gran escala y bajo brutales condiciones artificiales de dolor, crueldad y tortura. Bajo las presiones del balance económico coste-beneficio y las ganancias malviven en espacios de encierro y hacinamiento, vacíos, insalubres, mecanizados y antinaturales, sin tener las posibilidades de libertad y los placeres de la vida salvaje, para finalmente convertirse en “carne” para alimento humano. A menudo se les niega que desarrollen y ejerciten sus instintos y capacidades naturales individuales y de especie, como es el bienestar físico y social dentro del grupo. Se les impide darse la vuelta, levantarse, acicalarse, estirar los miembros, tumbarse. Son muy cortas y miserables las vidas de millones de seres sintientes con subjetividad propia, capaces de sufrir dolor y dotados de intereses y necesidades de bienestar y vida, que acaban convertidos en productos comerciales abundantes y “baratos”.

Detrás de la cultura de la producción ganadera de carne también se esconden grandes impactos ambientales destructivos sobre territorios, ecosistemas y biodiversidad.

Queremos modelos de convivencia alternativos orientados por las exigencias de una justicia ampliada no especista y el abolicionismo de la explotación animal instituida y legal, en los que los animales no humanos no sean considerados ni tratados como simples cosas, propiedades o materias primas. En dos siglos de historia el movimiento animalista ha cuestionado la herencia del imaginario masculino etnocéntrico de occidente, fuertemente antropocéntrico y especista, que devalúa y naturaliza a las mujeres y percibe a los animales no humanos como "inferiores", estableciendo el libre derecho de usarlos para fines exclusivamente humanos.

Reconocemos que los animales tienen derechos universales inviolables que no deben suspenderse, como el derecho a la vida o a no ser maltratados o torturados. Estos derechos han de acompañarse de derechos positivos, particulares, variables y relacionales, dependiendo de los individuos, la especie y las circunstancias en las relaciones humano-animales. Estos derechos animales comportan deberes y obligaciones particulares para los humanos y constituyen un sistema de protección para no ser maltratados ni sacrificados de mil maneras al servicio de las utilidades humanas.

Junto al bienestarismo que alivie las condiciones prácticas de vida de los animales defendemos los derechos animales inviolables. Estos reconocen su valor intrínseco atendiendo a sus capacidades y complejidad de conciencia y subjetividad, propias de cada especie. Los derechos de los animales individuales, que son aplicables a los seres con experiencia subjetiva del mundo e intereses, incluyen el derecho a un entorno seguro y saludable. Los animales salvajes son componentes vitales de la salud ecológica de los ecosistemas y han de tener derechos reconocidos a la soberanía territorial sobre sus espacios ambientales.

Estamos orgullosas de que millones de mujeres protagonicen la defensa de los derechos animales en los movimientos animalistas y ecologistas que luchan contra muchas formas de explotación animal, como son la caza, las granjas industriales de explotación animal y la destrucción de los hábitats de las especies silvestres. Muchas mujeres son fuente y vanguardia de culturas anti-especistas que se oponen a la herencia cultural machista dominante insensible hacia el dolor de los seres vivos no-humanos, como son las prácticas del cuidado y la protección de animales domésticos y de animales abandonados y maltratados.


Las mujeres como la naturaleza son productoras y cuidadoras de vida

El compromiso con la biodiversidad obliga a dejar espacio ecológico para la continuidad y salud de otras especies y ecosistemas, para otros seres humanos y generaciones futuras. Cualquier estrategia de mejora de la condición de las mujeres debe apoyarse en el protagonismo, los conocimientos y las habilidades de las mismas. En la mayoría de las culturas y grupos humanos las mujeres son cuidadoras de los otros próximos y son guardianas de aprendizajes de conservación de la biodiversidad y sus fuentes regenerativas.

Necesitamos nuevos valores, saberes, tecnologías y maneras locales de organización, en sintonía con las necesidades ecológicas del mundo. Estas metas también han de integrarse en las aspiraciones igualitarias de los feminismos. Son posibles nuevos aprendizajes de formas de relación más cooperativas y simbióticas con los otros humanos y no humanos.

Muchas de los culturas y valores femeninos que a menudo han sido un precipitado de las condiciones de dominación masculina pueden revalorizarse y ayudarnos colectivamente. Las culturas prácticas orientadas por los cuidados hacia los otros próximos, la casa, la familia y la comunidad, hacia humanos, animales, plantas, objetos y artefactos, pueden servirnos para reciclar muchas de las erróneas y abstractas creencias modernas sobre el progreso material humano indefinido y sobre el individuo soberano, racional y omnipotente. Es decir, un arquetipo viril ideado falsamente como aislado y desenraizado, sin ningún lugar ni atadura social, física y ecológica, sin ninguna constricción comunitaria y medioambiental.

Muchas naturo-culturas femeninas que renacen desde muy diferentes espacios sociales y culturales, revitalizan tácita o explícitamente los valores ambientales y actúan de obstáculo contra el individualismo posesivo dominante en los espacios públicos masculinizados. Son micro-culturas resistentes de creación, cuidado y donación, que a menudo surgen de valores y conocimientos prácticos que mezclan razón y emoción, cuerpo y contexto. Estas percepciones y aprendizajes naturo-sociales que son accesibles a mujeres y a hombres, están depurados de abstracciones que separan, idealizan, jerarquizan y violentan nuestros substratos relacionales, biofísicos y emocionales. Sus disposiciones cognitivas, morales, emocionales y sensitivas impulsan relaciones de solidaridad y de apoyo mutuo persiguiendo fines prácticos, resolviendo problemas desde lo concreto, desde el suelo local del vivir diario, desde las necesidades humanas más básicas y comunes, como pueden ser la nutrición, la higiene, el cuidado, el afecto, la seguridad, la salud, el cobijo.

Estas culturas femeninas alimentan muchas micro-relaciones prácticas orientadas bajo principios y valores alternativos al individualismo social y ecológicamente desencarnado: la compasión, el sacrificio, el amor, la reciprocidad, el reconocimiento y cuidado del otro particular. Son pautas renacidas de un "modelo femenino" de relacionarse con el mundo cercano que es  producto social y cultural construido en los contextos patriarcales de socialización diferencial. Se trata de ideas y de saberes prácticos, de percepciones, apreciaciones y sentimientos de empatía guiados por solidaridades, principios morales y métodos intuitivos de resolución de problemas cotidianos, bien alejados de los principios y valores abstractos y universalistas que no tienen los pies en la Tierra.

 

Saberes situados y de acceso abierto para el buen vivir

Aunque no es posible ponerse a salvo fuera de la Tierra, la respuesta de las élites oscurantistas ante el naufragio inevitable del Titánic de la civilización industrial globalizada es alejarse más y más en sus botes salvavidas mientras suena la música y sigue la fiesta. Al tiempo que prometen fortaleza y suelo seguro para los suyos se desentienden del resto de los náufragos del planeta, de las masas de refugiados y de las metas colectivas. Han dejado de asociar la modernización globalizadora con las metas comunes del progreso, la emancipación, el reparto de la riqueza, la racionalidad, y apuestan por la desregulación desembarazándose de los lastres de las solidaridad que ayuda a amortiguar las caídas.

Desde los años ochenta mucha gente comprende los grandiosos peligros inherentes a los saqueos y abusos ecológicos de las relaciones humanas con la Tierra. Como contrapeso de las tendencias exterministas de las instituciones más importantes de nuestras sociedades necesitamos nuevos saberes y valores más humildes, situados, parciales y cooperativos, en sintonía con las necesidades ecológicas del mundo y los mejores conocimientos disponibles aportados por las ciencias. Esto también ha de ser una prioridad para las metas igualitarias de los feminismos.

La sabiduría ecofeminista es parte de la conciencia social, el temor y la alarma sobre los límites naturales y se enfrenta a la crisis de sustentabilidad y a las mentiras divulgadas por las élites masculinas de la globalización. Exigimos que las élites gobernantes digan la verdad sobre la tragedia de nuestra situación colectiva y dejen de ocultar algo fundamental: que no hay planeta suficiente para cumplir sus promesas de mejora en riqueza y vida confortable.
 
Desde sus diferentes lugares sociales, públicos, privados y comunitarios, las mujeres desarrollan prácticas alternativas a las formas individualizadas de interacción impersonal y jerárquica de las organizaciones burocráticas y de la racionalidad instrumental depurada de valores substantivos. Son posibles nuevos aprendizajes de formas de relación más simbióticas con los otros humanos y no humanos. Dado que no existe conocimiento por sí solo sin mundo compartido y sin una fuerte vida pública, los hechos solo pueden ser percibidos y robustos si existe una cultura común, una vida pública decente y unas instituciones confiables. Frente al drama climático y ecológico no es posible la indignación social si se sigue incitando a la gente al escepticismo y a la desinformación, a desconfiar de las verdades sobre hechos socioambientales masivos, como son los relacionados con la desestabilización climática en curso. No se trata de reparar déficits de racionalidad sino de tejer prácticas comunes de adaptación realista frente a los retos ecológicos.

Los conocimientos, las ideas y las tecnologías han de distribuirse en origen mediante formas de acceso abierto sometidas a restricciones sociales y ambientales. El acceso abierto y sin propiedad intelectual privatizadora ha de someterse a regulaciones sobre el conocimiento y las tecnologías que prioricen los fines sociales de acceso equitativo y ecológicamente responsables. Esta difusión social de los conocimientos constituye un pre-requisito de la descentralización organizativa, la relocalización y la reducción de la escala física del metabolismo social y del consumo de recursos materiales y energía. Frente a la propiedad privada, las formas participativas de propiedad, autogestionadas y descentralizadas, favorecen la reducción del extractivismo de recursos ambientales y energía.

El acceso al conocimiento no implica solo un enriquecimiento de nuestras mentes individuales, significa también el acceso a los medios colectivos de creación de riqueza, a la capacidad de compartir y remezclar, y en el proceso podemos aprender y crear nuevos conocimientos y percepciones colectivas. No solo somos propietarios de las ideas, las heredamos, las compartimos, las hibridamos y mezclamos, y en el proceso, colectivamente creamos nuevas ideas. Impedir la privatización de las patentes y el copyright y los candados al acceso libre a los conocimientos y las tecnologías, hoy son maneras de facilitar el intercambio justo los cuidados sobre las fuentes de reproducción y pre-distribución de la riqueza de la Tierra.

Frente a la publicidad personalizada y territorializada de las redes digitales, reproductora de normas patriarcales rigoristas que potencian el auto-odio y rechazo de las mujeres hacia sus propios cuerpos y vidas, se hace necesaria la gobernanza pública-cívica democrática y comunitaria y la protección de los datos personales sin explotación comercial.

La mercantilización de los datos personales de las mujeres, el acceso abierto y la gobernanza de los datos personales por las plataformas digitales, están dominados por el machismo mercantil. Sus códigos normativos de género se difunden por las redes sociales reproduciendo la opresión patriarcal y la tiranía del consumismo sexista. Las mujeres necesitamos recuperar el control y la soberanía de nuestros datos personales y privados que han sido secuestrados por las multinacionales digitales en contra de los intereses de las mujeres y la Tierra.

 

Aterrizar en lo terrestre y recomponer la política común

Las estructuras materiales de la economía globalizada extractivista están dominadas por élites masculinas y por los dualismos perceptivos separadores y jerárquicos de las mentalidades patriarcales. El urgente aterrizaje en lo terrestre y la recomposición de la política común han de girar sobre los procesos de regeneración de la vida. Los “valores femeninos”, asociados históricamente en nuestras sociedades patriarcales a las mujeres, han de redignificarse y servir de brújula para cambiar el rumbo de las sociedades masculinizadas basadas en el crecimiento, la aceleración, la homogeneización, el individualismo posesivo y el despilfarro.

No hay un mínimo realismo ni un día después en unas políticas planetarias prometeicas que olvidan la escasez y el agotamiento de los recursos naturales y carecen de planes de duración. No hay racionalidad en la extraña manera de conocer, trascendental, separada, desde lejos y desde ninguna parte, que apuesta por la continuidad de unos caducos y suicidas planes globalizadores que nos lanzan a un planeta con un aumento de temperaturas de 3,5 grados y nos fuerzan a ser partícipes de la sexta extinción sin apenas quererlo ni darnos cuenta.

Debemos de abandonar cuanto antes las ilusiones de desconexión ambiental de cuatro siglos de terrícolas humanos, que incapaces de advertir sus errores, han motivado una gigantesca transformación modernizadora en el mundo entero. Muchos de los desprecios patriarcales a los valores asociados a las mujeres son resultado de esta mudanza histórica de la modernidad occidental, que convierte en grotesca cualquier forma de apego y seguridad a antiguos suelos primordiales.

Son contraproducentes los intentos de vuelta a las fronteras nacionales, regionales, étnicas o identitarias y a sus viejos terrenos de disputa. Tampoco tiene sentido continuar la globalización físicamente imposible. Nuestra condición terrestre nos obliga a luchar contra el déficit de representación cultural de la misma para conocer las características que la componen. Ya no nos sirve la heredada clasificación de separación entre los seres humanos y los no humanos y ecosistemas. El urgente aterrizaje en la Tierra nos obliga a retomar descripciones de muchos terrenos de vida que se han vuelto invisibles en nuestras relaciones, creencias y valores, su lista es larga y difícil de elaborar, puesto que los agentes humanos y no humanos, animados y actuantes, que componen la realidad de las comunidades terrestres, tienen relaciones y cada uno su propio recorrido, necesidades e interés, y de ellos dependen a su vez otros seres y comunidades terrestres.

Tenemos que redirigir la atención hacia lo terrestre viviente y material para poner fin a la desconexión autista de los actores humanos y sus miopes mentalidades de separación de los “recursos naturales” que paraliza a las fuerzas políticas de izquierdas y derechas desde la aparición de las amenazas ecológicas y climáticas. Hemos de pasar de las categorías de libertad humana y de producción a las de conservación, generación, ecodependencia y ecojusticia. No hay organismos de un lado y medio ambiente del otro puesto que somos terrestres todos los seres vivientes de la Tierra. Todos, humanos y no humanos, son agentes que participan plenamente en la génesis de las condiciones químicas, bioquímicas y geológicas del planeta.

Aterrizar obliga a salir de las inútiles ilusiones de las mentalidades modernas sobre una supuesta naturaleza exterior, alejada, indiferente y mecánica. La vuelta a lo terrestre no tolera el negacionismo ni los desarraigos ecológicos y climáticos, contrariamente necesita de actitudes encarnadas que reconozcan muchos de los territorios y muchos de los actores variopintos del mundo, aunque estos se hayan vuelto muy invisibles siempre intervienen en las condiciones de nuestra existencia, en las tramas, asociaciones e intercambios del mundo y las sociedades humanas. La comprensión no separadora, ni mecanicista ni reduccionista de naturaleza ha de redirigirse hacia lo terrestre, no hacia la fuga de la expansión globalizada o hacia un inviable universo exterior.

Durante los pasados 70 años de gran aceleración económica todo se ha metamorfoseado por las fuerzas de la modernización y el crecimiento del mercado, gracias al petróleo el reino de la economía se cree capaz de prescindir de todo límite material. La economía y el desarrollo hoy siguen prolongando e intensifican la oposición y los conflictos con el mundo viviente, la equidad social y justicia inter-especies e inter-generacional. A pesar de las rivalidades y diferencias políticas entre las izquierdas y las derechas, coinciden en que solo cuentan los humanos, y por ello son incapaces de ver y de otorgar reconocimiento y valor a los otros sujetos multidiversos, por ello son impotentes a la hora de idear un horizonte común de continuidad. La ecología entonces puede entenderse como una llamada a cambiar de dirección y a caminar hacia lo terrestre, el único lugar donde pueden engendrarse las metas ecofeministas de bienestar, equidad y justicia intra-humana, inter-especies e inter-generacional.

No existe planeta compatible para llevar adelante los planes modernizadores guiados por la adicción a lo ilimitado. No hay lugar donde albergar la globalización expansiva y en ella nadie puede encontrar arraigos y hogar seguro. Para los habitantes del mundo sobredesarrollado son muchos los cambios y la magnitud de las responsabilidades ante el abismo ecológico y climático. Tenemos que abandonar cuanto antes nuestras actitudes de negación y retraso del aterrizaje en la Tierra, que buscan prolongar durante un tiempo más los peligrosos sueños modernizadores. Tenemos que cambiar la totalidad de nuestras vidas extravagantes y sobreconsumidoras de recursos ambientales cada vez más menguantes y devastados. Las promesas del bienestar ya no son realizables mediante la expansión de la economía material La ecología recompone la política introduciendo un mayor realismo geo-social y bio-social mediante nuevas percepciones, preocupaciones, actores y prioridades, que no nos obligan a separar y elegir entre salarios y especies. El nuevo eje público de lo terrestre ha de abrirse camino con fuerza contra todas las formas de negacionismo, prestando atención responsable y objetiva a las consecuencias y posibilidades de nuestro aterrizaje.

Los dramas humanos y ambientales de la inestabilidad climática y la crisis ecológica global son ya parte de nuestra existencia presente. No podemos escapar de ellos ni tampoco existen soluciones individuales. No podemos protegernos buscando nichos y refugios cada vez más inexistentes y contaminados. Es urgente volver a enraizarnos y aterrizar en la Tierra y para ello es prioritaria la acción colectiva coordinada, local y transnacional, que implique a todos los gobiernos e instituciones, públicas, privadas, comunales y domésticas. Ya no valen las respuestas sectoriales marginales y desconectadas al uso, como son las que demandan que las "soluciones" vengan de las tecnologías y los expertos; de la gente; de la educación; del mercado; de las leyes; de los gobiernos o del Estado.

No hay escapatoria mediante las huidas hacia delante de la globalización, ni tampoco las hay en las huidas hacia atrás del encierro nacional y local, ambas tienen en común que rechazan aterrizar en el mundo. Las nuevas cartografías para orientar con urgencia el aterrizaje de las políticas han de seguir direcciones aún no trazadas, y para ello han de servirnos nuestras capacidades organizativas, científicas y tecnológicas. Ante la emergencia climática y ecológica han de abandonarse las peligrosas recetas neoliberales globalizadoras de liberarse de toda restricción y de abandonar las metas de un mundo común compartido. Las salidas no pueden venir del sálvese quien pueda que apuesta por seguir prolongando y acelerando el vector modernizador del desarrollo y la globalización económica, donde se desvanece cualquier horizonte relativamente benigno con metas compartidas y comunes.

Las nuevas orientaciones que necesitamos tampoco pueden venir de la huida hacia atrás y el encierro en lo local, que buscan viejos arraigos y seguridades al tiempo que rechazan la fraternidad y la realidad compartida de las restricciones que imponen los dramas ecológicos. El aterrizaje en la Tierra desborda las identidades nacionales, significa repolitizar nuestra común pertenencia a la Tierra, pero sin que sea absorbida por la división de fronteras estatales, el aislamiento violento de la homogeneización étnica, el patrimonialismo y la nostalgia de un modo de vida único considerado “auténtico”.

Sabemos que debemos dejar de definir lo social humano y las relaciones entre mujeres y hombres de forma separada del mundo viviente de nuestra casa planetaria común. Sería un gran error repetir las trayectorias del pasado y creer que debemos elegir entre la cuestión social y la cuestión ecológica. Ahora se trata de cohabitar. Lo terrestre y su desestabilización constituye un nuevo actor político de envergadura que ha de dejar de ser decorado y telón de fondo para convertirse en agente y protagonista central de la vida pública para humanos de la Tierra, no “sobre” la Tierra.

Las metas y prioridades de gobiernos, instituciones y leyes de todo tipo han de reconocer con urgencia la incómoda verdad de la catástrofe ecológica y climática causada por el avance del patriarcado industrial expansionista y globalizado, tal y como informan los mejores informes científicos disponibles desde hace décadas. Las prioridades puestas en un horizonte común y compartido han de darse en todas las escalas de gobierno y regulación (municipal, regional, estatal, europea, internacional y transnacional). Este renacimiento ha de abandonar las actuales prioridades puestas en el mercado, la economía dineraria y el crecimiento de la producción y el consumo material, que también son nocivas para las mujeres del mundo. Ya no son realistas ni realizables las metas de seguir creciendo en consumo y degradación de los recursos naturales finitos cada vez más escasos y devastados. 

Ecologizar y feminizar enraizando nuestras formas de vivir

El compromiso ambiental exige despatriarcalizar y descolonizar. Sus cambios no han de detenerse ante los espacios domésticos del cuidado ni ante los espacios públicos de la economía globalizada, el individualismo posesivo del dinero, el mercado, el empleo y la política. Cambiar la esfera pública o cambiar la vida privada constituyen un falso dilema, ni una ni otra por separado son suficientes ante la crisis ecológica global y el calentamiento climático. La agenda ecofeminista de cambios obliga a cambiar las prioridades productivistas del consumo familiar y de la producción.

Ante la emergencia ecológica y climática no hay otro futuro que el de una metamorfosis social que abandone la desmesura y el dominio de las racionalidades masculinas instrumentales. Este renacimiento ha de fundarse en los valores de suficiencia, frugalidad, equidad, autoconstrucción, solidaridad y respeto de los límites ecológicos, para que pueda ser posible el cuidado reparador e igualador hacia los otros seres humanos y no humanos. Este reto no solo afecta al presente de la humanidad en su conjunto, también atañe a nuestra responsabilidad hacia los seres del futuro, humanos y no humanos. Las nuevas generaciones sufrirán las consecuencias de nuestros comportamientos de hoy y padecerán inmensos descuentos en sus oportunidades de bienestar y vida.

Para poder frenar con relativo éxito las expansivas perturbaciones exterministas de la globalización y la privatización, un requisito de la localización es la pre-distribución local de la fuentes materiales regenerativas de la riqueza. En la esfera pública esto supone gestionar la reproducción de los bienes y servicios de los ecosistemas mediante regulaciones institucionales y mediante la implicación de la gente en el trabajo de reproducción de los bienes comunes y lo público. Este requisito local de pre-reparto de la riqueza se opone a que su control continúe estando en manos de las empresas centralizadas globales y el mercado. En la localización y la descentralización participativa de las fuentes y los medios de producción pueden darse muchas formas posibles de hibridación entre lo público, lo comunal, lo privado y la economía de los cuidados. Esto nos ayudaría a aterrizar guiándonos por el principio de precaución. Este aprendizaje por antelación interroga donde vienen las producciones y productos del mercado, cómo se han procesado, cuáles son los daños y peligros socioambientales generados y su distribución social.

Los partidos políticos de izquierdas y derechas suelen hablar de impuestos y redistribución de los ingresos del Estado, pero no hablan de la esfera bioproductiva de la pre-distribución, tampoco hablan de las estructuras y los procesos sociales del conocimiento, las ciencias, la producción y la propiedad, que son precisamente lugares donde los cambios de rumbo pueden estar más influidos por las mujeres. Pero lo más importante por hacer no solo es la redistribución social de las rentas económicas mediante impuestos y los servicios públicos, lo prioritario es la pre-distribución de la fuentes de riqueza, lo que a su vez posibilita la descentralización, la localización de la economía social y material y la autolimitación. Esto puede favorecerse cuando se cambian las actuales estructuras de propiedad masculinizadas a favor de la participación y el acceso, que permitan una mayor implicación de las mujeres y las comunidades en la economía.

El decrecimiento y la austeridad voluntaria, la suficiencia, la equidad, la relocalización material y el aterrizaje de la economía en la ecología de la Tierra, son antídotos necesarios contra la racionalidad patriarcal conquistadora del industrialismo, individualista y mecanicista, desencarnada de nuestros inevitables vínculos y dependencias terrestres.

 

                                        
            Rebel.lió / Extinció
          XR-València    

               Valencia, 8 de marzo 2019

 

 

 


     
                                                                                  

 

 

 

 

 

 

 

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